febrero 17, 2009

Tercer Tema: EL ESTILO DE LA LITERATURA APOCALÍPTICA

En las notas anteriores ya se ha explicado que el género apocalíptico se caracteriza por la plena fusión de dos elementos que, a juzgar por las evidencias, evolucionaron por separado. Uno es de carácter temático, y es una escatología radical. El otro es de carácter formal, y es el uso de un lenguaje simbólico abigarrado y de perfil hermético.
Vamos a ver algunos ejemplos concretos de esto, comparando textos de las etapas proféticas que hemos mencionado con textos representativos de la apocalíptica.

a) Visiones simbólicas

7. Me enseñó así: He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil.
8. Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más.
9. Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam.
10. Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras.
11. Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.
Amós 7.7-11 (Pre-apocalíptico)

La alegoría de Amós es formidable, pero no encierra sentidos ocultos complejos. Por el contrario, la imagen es muy concreta, y el sentido que el profeta quiso darle también. Además, el tema no es finalmente escatológico, sino que sólo se remite a la destrucción de Israel.

4. Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,
5. y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.
6. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
8. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.
9. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
10. Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro caras de águila.
11. Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.
12. Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.
13. Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.
14. Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.
Ezequiel 1.4-14 (pre-apocalíptico)

A diferencia de Amós, aquí los elementos simbólicos son muy complejos. Sin embargo, todo el pasaje carece de cualquier vínculo con algún tema escatológico. En ningún momento se anuncian juicios o el Fin de los Tiempos. Simplemente, la visión es para darle mayor fuerza al llamamiento de Ezequiel como profeta.

7. Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.
8. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.
9. Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
10. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
11. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.
Daniel 7.7-11 (apocalíptico)

El perfeccionamiento del estilo es evidente; del mismo modo, la forma en la que se aborda el tema escatológico, al igual que en el texto siguiente.

Entonces se manifestará su reino
Sobre toda creación
Entonces el diablo tendrá su fin
Y la tristeza se alejará con él
Entonces será investido el Enviado
Que en lo más alto se encuentra establecido
Y al punto los vengará de sus enemigos
Pues se levantará el Celeste de su trono real
Y saldrá de su santa morada
Inflamado de cólera a favor de sus hijos
Temblará la tierra
Hasta sus confines será sacudida
Y las altas montañas serán abatidas
Serán sacudidas y en los valles se desplomarán
El sol no dará luz
Y en tinieblas se tornarán los cuernos de la luna
Se romperán y se convertirán en sangre
Y la órbita de las estrellas se alterará
El mar hasta el abismo se retirará
Y las fuentes de las aguas cesarán
Y los ríos quedarán enteramente secos
Pues el Altísimo Dios eterno se alzará solo
Aparecerá para tomar venganza de las naciones
Y destruirá todos sus ídolos
Entonces tú Israel serás feliz
Montarás sobre cuello y alas de águila
Y se hincharán
Te exaltará Dios
Y te establecerá en el cielo de las estrellas
En el lugar de su morada
Contemplarás desde lo alto
Y verás a tus enemigos sobre la tierra
Al reconocerlos te alegrarás
Y dándole gracias confesarás a tu Creador
Capítulo 10 del Testamento de Moisés (apocalíptico)

b) El Día del Señor

1. Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz…
9. He aquí el día del Señor viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.
10. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.
11. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.
Isaías 13.1, 9-11 (pre-apocalíptico, de la época del exilio en Babilonia)

Aunque la idea de universalidad esta casi sugerida en la frase “castigaré al mundo por su maldad”, lo cierto es que este pasaje está enmarcado dentro del anuncio de la destrucción de Babilonia, lo que evidencia una perspectiva escatológica todavía incompleta (compárese con los capítulos 24-27 de Isaías, en donde la dimensión universal del juicio de D-os está más depurada, razón por la que ya no aparece ninguna referencia contra Babilonia o cualquier otra potencia imperial; Daniel 7 va todavía más allá: para hablar del Fin de los Tiempos, primero hace un recuento del surgimiento y derrumbe de cuatro imperios, de los cuales Babilonia es el primero). También es relevante notar que el pasaje del Testamento de Moisés citado en el punto anterior guarda una semejanza con Isaías 13: la mención del colapso del Sol, la Luna y las Estrellas. Nuevamente, la diferencia es que Isaías (más arcaico) vincula esta señal con la caída de Babilonia; el Testamento de Moisés, en cambio, no menciona a ningún reino específico, debido a que en ese texto el concepto de juicio universal está plenamente desarrollado.

3. Porque cerca está el día, cerca está el día del Señor; día de nublado, día de castigo de las naciones será.
4. Y vendrá espada a Egipto, y habrá miedo en Etiopía, cuando caigan heridos en Egipto; y tomarán sus riquezas, y serán destruidos sus fundamentos.
5. Etiopía, Fut, Lud, toda Arabia, Libia, y los hijos de las tierras aliadas, caerán con ellos a filo de espada.

Ezequiel 30.3-5 (pre-apocalíptico, de la época del exilio en Babilonia)

Nuevamente, parece haber una referencia universal: “día de castigo de las naciones será”. Sin embargo, las “naciones” en cuestión son un panorama bien definido por los versículos 4 y 5. Evidentemente, aquí se habla del “Día del Señor” como el momento en el que Babilonia conquistó a Egipto y las naciones que le rodeaban.

1. Visión de Abdías. El Señor ha dicho así en cuanto a Edom…
15. Porque cercano está el día del Señor sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.
16. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.

Abdías 1, 15-16 (pre-apocalíptico, de la época de la restauración posterior al exilio en Babilonia)

En este pasaje podemos observar un elemento de desarrollo en relación a los textos anteriores: aunque todo el libro de Abdías está dirigido contra Edom (Idumea), el concepto de que el “Día del Señor” será de alcance universal aparece de modo claro y específico, a diferencia de Isaías y Ezequiel, donde acaso se puede insinuar. De cualquier modo, el aspecto totalmente ausente en Abdías (lo mismo que en Isaías y Ezequiel) es el elemento simbólico extremo.

25. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.
26. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre del Señor vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.
27. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy el Señor vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
28. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
29. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
30. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
31. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso del Señor.
32. Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho el Señor, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
Joel 2.25-32 (pre-apocalíptico, de la etapa persa – siglos VI-IV AC)

Ya se mencionó que en Joel casi se logra el estilo apocalíptico. Naturalmente, falta el uso radical de un lenguaje simbólico. Sin embargo, es de notarse que el concepto de “Día del Señor” aparece casi en su madurez total. Aquí está mencionado en relación a una plaga de langosta que provocó una terrible hambruna en Judea. Curiosamente, precisamente por el hecho de no estar vinculado con un problema político o militar, el concepto de Día del Señor es llevado aquí al nivel de abstracción que, eventualmente, se convirtió en el modelo seguido por los autores de textos apocalípticos.
Dicha abstracción era necesaria para que el concepto se volviera plenamente universal, y pudiera ubicarse en un futuro incierto.
Pensemos un poco en los principales exponentes del profetismo radical hacia mediados del siglo II AC: se había ganado la guerra contra Siria, pero el Reino Mesiánico no se había establecido. Naturalmente, eso implicaba que el Día del Señor todavía no acontecía.
¿Cuándo iba a suceder el prodigio? En ese momento, resultaba imposible saberlo. Por lo tanto, se requería que el concepto de “Día del Señor” fuera lo más abstracto posible, y sin duda el libro de Joel fue un buen punto de referencia para ello.
Dos siglos más tarde, la situación política se había complicado tanto que estaba claro quién sería el enemigo a vencer en el Día del Señor: Roma. Fue hasta ese momento que la abstracción del concepto lograda hacia mediados del siglo II AC pudo regresar al plano concreto.

1. He aquí, el día del Señor viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.
2. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.
3. Después saldrá el Señor y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.
4. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.
5. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos.
6. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.
7. Será un día, el cual es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.
8. Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.
9. Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y uno su nombre.
Zacarías 14.1 (pre-apocalíptico, de la etapa griega – Siglos IV-II AC)

En este texto, el más tardío de los que hemos presentado, el concepto abstracto está completo: no hay referencias para identificar las naciones que combatirán contra Jerusalén, y tampoco para vincular ese episodio con ningún momento histórico. Simplemente, se refiere al fin de los tiempos.
Nótese que también hay elementos simbólicos presentes, aunque todavía no llegan a su uso pleno y estrambótico, como los anuncios de que D-os mismo pondrá sus pies sobre el Monte de los Olivos y de que Jerusalén será el punto de partida de un manantial de aguas vivas.
Pero el que más llama la atención es el que se retoma de Isaías 13 respecto a que el sol, la luna y las estrellas no darán su luz en ese día. En Zacarías 14 alcanza un hermoso nivel poético: “será un día, el cual es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz…”
Es fácil sentirse tentado a reconocer en Zacarías el simbolismo apocalíptico pleno. Sin embargo, basta con revisar el modo en el que los autores de textos apocalípticos llevaron este tipo de lenguaje a su más depurado uso.
En los siguientes textos, apocalípticos plenamente, no hay referencias textuales al Día del Señor, aunque es evidente que el sentido escatológico es el mismo.

8. Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.
9. Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.
10. Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.
11. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
12. Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.
13. Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?
14. Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.
Daniel 8.8-14 (apocalíptico, siglo II AC)

Este no es un pasaje que contenga elementos simbólicos (como Zacarías 14), sino un pasaje presentado completamente en lenguaje simbólico. Ese es el punto donde podemos percibir en que aspecto Zacarías 14 es pre-apocalíptico: hace uso de elementos simbólicos, mientras que Daniel (plenamente apocalíptico) expresa sus visiones en lenguaje simbólico. Lo que para uno es un recurso que intensifica su lenguaje, para el otro es la esencia misma del lenguaje.

1. Entonces vi al primero de esos cuatro hombres blancos que habían salido.
2. Y tomó la primera estrella que había caído del cielo,
3. Y le amarró los pies y las manos, y la lanzó a un valle angosto, profundo, terrible y lleno de tinieblas.
4. Y uno de ellos lanzó una espada y la dio a los elefantes, a los camellos y a los asnos, los cuales empezaron a luchar y golpearse, y toda la tierra se estremeció por esto.
5. Y en mi visión vi a uno de los cuatro hombres que habían bajado del cielo, que reunió y tomó a todas las grandes estrellas, cuyos órganos genitales eran semejantes a los de los caballos, y las arrojó a todas ellas, atadas por los pies y por las manos, a las profundidades de la tierra.

Enok 87 (apocalíptico, siglo II AC)

Aquí tenemos otro perfecto ejemplo de cómo el simbolismo no es ya nada más un recurso para el profetismo, sino la parte medular de su forma de expresarse. Sobra decir que el meollo del texto de Enok es, finalmente, el Fin de los Tiempos.

13. Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
14. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
15. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río.
16. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.
17. Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella

Apocalipsis 12.13-17ª (apocalíptico, siglo I DC)

El Apocalipsis de Juan merece una revisión aparte, debido a que es un texto cuya versión final fue fruto de la reelaboración cristiana. Sin embargo, son evidentes sus orígenes apocalípticos, y un buen ejemplo es este pasaje. Nuevamente, el discurso simbólico impregna todo el planteamiento de la visión.

En los textos que hemos presentado en esta nota, podemos ver de modo claro el paso evolutivo que representó la Literatura Apocalíptica para el profetismo radical.
A partir de la temática y estilo que ya se encontraban en antiguos textos proféticos, los autores judíos del siglo II llevaron el fenómeno a sus últimas consecuencias. Si los profetas anteriores fueron explícitos y contundentes en sus mensajes, los apocalipticistas optaron por el uso del lenguaje hermético, simbólico, inaccesible y exclusivo para ellos, “siete veces más sabios”, según el libro de Enok.
En este punto, vale la pena preguntar: ¿qué tuvo que suceder para que esta literatura se radicalizara hasta este extremo? Algo muy radical, sin duda.
Ya hemos mencionado que el parte aguas del cual surgió la Literatura Apocalíptica fue la Guerra Macabea, principalmente porque fue la guerra más extrema que había tenido que enfrentar, hasta ese momento, el judaísmo: la lucha por sobrevivir.
Siendo una guerrilla en desventaja que enfrentaba a uno de los mejores ejércitos del mundo, no resulta extraño que un grupo de dirigentes espirituales de Israel se replanteara de un modo tan complejo el modo de hacer profecías.
¿Por qué el uso de un lenguaje inaccesible? Porque el mensaje, según ellos mismos, también lo era. Justamente, la conclusión del libro de Daniel (capítulo 12) explica que el sentido del libro sólo sería descifrable en el Fin de los Tiempos. Es decir, justo cuando las profecías estuvieran a punto de recibir su cumplimiento.
Parece prosaico, pero este fue el mejor modo para explicar por qué todavía no llegaba el Reino Mesiánico. Había que seguir esperando. ¿Cuánto tiempo? Imposible saberlo. Pero, según esta perspectiva, los “sellos se abrirían” (véase Daniel 12.4) cuando estuviera a punto de llegar la verdadera batalla, la anunciada en Zacarías 14.
Justamente, por eso decimos que el vínculo entre guerra y apocalíptica es indestructible: como veremos en la siguiente nota, la apocalíptica surgió de una guerra, y desde un principio tuvo claro que su objetivo era llegar a otra guerra.

Nota: los textos bíblicos están tomados de la versión Reina-Valera 1960; el texto del Testamento de Moisés es traducción de Felipe Curcó Cobos)

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