febrero 12, 2009

Quinto Tema: UN RESUMEN SOBRE EL PROFETISMO HEBREO

Hagamos un repaso de todo lo se ha analizado hasta el momento.
El profetismo fue un movimiento de evidente postura crítica que se desarrolló en el judaísmo antiguo. Su impacto social fue tal que incluso halló cabida dentro de las instituciones, especialmente en la Casta Sacerdotal.
El profeta es, desde una perspectiva tradicional, aquel que recibe un mensaje de Dios, mismo que deberá transmitir a la gente.
Siguiendo esta idea y los datos ofrecidos por la Biblia, podemos identificar las siguientes etapas del profetismo:
1. Los patriarcas. Abraham, Isaac y Jacob fueron profetas en el sentido de que Dios les hizo varias revelaciones. El tema es, generalmente, la promesa de que habrían de ser los padres de una nación.
2. Moisés. El profeta por excelencia, es único e irrepetible debido a que recibió la máxima revelación posible de todas: la Torá. Su rol en el proceso del Éxodo lo define como el guía del pueblo hebreo en su momento histórico más importante: la definición de la propia conciencia nacional.
3. Josué y los Jueces. Al igual que los patriarcas y Moisés, para estos personajes la revelación giró en torno a la construcción de la nación israelita.
4. Samuel. Último juez de Israel y quien institucionalizó la monarquía, Samuel fue el primer profeta en los términos técnicos que implica el concepto de “profetismo”. Con ello nos referimos a que fue el primero que se erigió como una voz crítica hacia los sistemas políticos y religiosos de Israel.
5. Profetismo Antiguo. Lo podemos ubicar entre los siglos XI y VIII AC, y especialmente a partir de finales del reinado de Salomón, cuando la apostasía empezó a crecer en Israel. Su ministerio fue extremo, radical, y a veces violento. Sus dos máximos exponentes fueron Elías y Eliseo. En este punto, no se mencionan profetas vinculados con las castas aristocráticas de Israel. Por el contrario, se enfatiza su perfil crítico y subversivo. El tema central del profetismo de esta etapa es la crítica de la apostasía.
6. Profetismo Clásico. El siglo VIII AC vio surgir los primeros textos proféticos, con lo que el profetismo entró en una nueva etapa. De este siglo datan los libros de Amós, Oseas y Miqueas, en la línea del profetismo popular. Pero fue también el momento donde surgió el parámetro obligado para el profetismo posterior: Isaías. A diferencia de sus contemporáneos, Isaías fue miembro de la Casta Sacerdotal, y su nivel superior de educación y criterio se hace evidente a lo largo de todo su texto. En estos profetas, la crítica contra la apostasía pasa a un nuevo nivel: la sociedad está en decadencia y las estructuras políticas colapsándose, especialmente por el empuje de la potencia enemiga emergente: Asiria. Los profetas de esta época enfocaron sus mensajes hacia la urgencia de corregir el rumbo, o enfrentar la única consecuencia posible: la destrucción.
7. Profetismo previo al exilio. Israel fue destruido por los asirios en 721 AC. Judá, en cambio, logró sobrevivir. Durante el siguiente siglo (VI AC), los mensajes que se le habían dedicado a Israel empezaron a enfocarse en Judá, especialmente ante el desarrollo del nuevo poder imperial: Babilonia. De esta etapa son Sofonías, Nahum y Habacuc, por parte del profetismo popular, y Jeremías, por parte del profetismo sacerdotal. Este último, además, fue testigo presencial de la conquista de Judá por Babilonia (605 AC), de la destrucción de Jerusalén y el Templo (587 AC), y del inicio del exilio. En consecuencia, a Jeremías le correspondió el viraje de la temática profética: de los anuncios de juicio y destrucción a la consolación del remanente sobreviviente.
8. Profetismo del exilio. La nueva situación en Babilonia le dio un interesante auge al profetismo, especialmente porque los judíos lograron establecer una fuerte y próspera comunidad en Babilonia. Los dos profetas más importantes de esta época son Jeremías, en su fase final, y Ezequiel, también sacerdote. En su temática empieza a tomar forma el anuncio de la futura restauración de Judea.
9. Profetismo posterior al exilio. Hacia mediados del siglo VI AC, el ascenso del poder persa anunció el fin de la hegemonía babilónica. En 539 AC la suerte quedó echada con la derrota babilónica en Opis, y Ciro el Grande se convirtió en el nuevo dirigente del otrora Imperio Babilónico. Sus políticas amables hacia los judíos permitieron la reconstrucción del reino de Judea, y las expectativas proféticas cobraron un gran impulso. De esta etapa son las secciones conocidas como Isaías II y III, así como los fragmentos añadidos a Miqueas y Sofonías. Posteriormente, desarrollaron sus ministerios los profetas Hageo, Zacarías y Abdías, y se redactó el texto probablemente anónimo del “Mensajero” (Malaquías). En estos temas ya se observa el modo característico de desarrollo de los temas proféticos, lográndose grandes abstracciones. Era inevitable: por una parte, Judea no pasaba por una época particularmente angustiosa. Pero, por la otra, las expectativas mesiánicas no se habían cumplido del todo.
10. Profetismo radical. No sabemos en qué etapa del profetismo se empezó a desarrollar la tendencia radical que, eventualmente, habría de ser excluida del canon bíblico Fariseo-Rabínico. Sabemos que sus antecedentes son bastante antiguos, y los más importantes están integrados en los libros de Daniel y Enok. Sin embargo, la redacción final de estos dos libros es tardía, y por ello nos resulta imposible reconstruir el proceso de un modo tan detallado como el de los profetas de la Biblia Hebrea. Lo cierto es que con la aparición de la versión inicial de Daniel (primera mitad del siglo II AC) inicia la era de la apocalíptica, que fue la culminación del profetismo radical.

A grandes rasgos, ese es el panorama cronológico del profetismo como movimiento. Ahora veamos un posible orden de aparición de los textos proféticos que conforman este complejo universo.
1. Hasta la época de Samuel (siglo X AC), no existió ningún texto estrictamente profético. Los textos sagrados de esa época ya identificaban los roles proféticos de los patriarcas y de Moisés, pero desde ninguna perspectiva o estilo que podamos asociar con el profetismo posterior.
2. Según la tradición judía, Samuel fue un importante escritor, y con él inicia una tradición cronista, que abarca los dos libros de Samuel, los dos libros de los Reyes, y los dos libros de las Crónicas. En estos libros hay múltiples referencias a la labor de importantes profetas (como Elías y Eliseo), pero de ningún modo equivalen a textos proféticos.
3. Los primeros libros plenamente identificables como proféticos datan del siglo VIII AC, y son Amós, Oseas, Miqueas (6-7.1-7) e Isaías en su versión original (capítulos 1, 3-12, 14.24-32, 15-23, 28-32 y 36-39.
4. En la etapa entre la destrucción de Israel y la destrucción de Judá se escribieron los libros de Nahum, Sofonías (capítulos 1-2) y Habacuc.
5. Contemporáneo a la última etapa de independencia de Judá, el vasallaje babilónico y la destrucción de Jerusalén y el Templo es Jeremías.
6. Durante la etapa del exilio se escribieron Ezequiel, los primeros complementos a Miqueas (capítulo 1), y los primeros añadidos a Isaías (capítulos 2, 13-14.1-23).
7. En la época de la restauración se escribió Isaías II (capítulos 40-55), otros añadidos a Isaías (capítulos 33-35, 60-64, 66.1-4), el resto de Miqueas (capítulos 2-5 y 7.8-20), la reelaboración al capítulo 3 de Sofonías, Hageo, y las versiones originales de Zacarías (capítulos 1-8.19) y Abdías (versículos 1-18).
8. Al principio de la llamada “etapa persa”, se escribieron más añadidos a Isaías (capítulos 56-59), el complemento al capítulo 8 de Zacarías (versículos 20-23), y Malaquías.
9. Al final de esta misma etapa (o principios de la “etapa griega”, en su defecto), se escribieron Joel y el Apocalipsis de Isaías (capítulos 24-27).
10. En la llamada “etapa griega” se escribieron los últimos añadidos a Isaías (capítulos 65 y 66.5-24), los anexos a Zacarías (9-11 primero y 12-14 posteriormente), y los versículos finales de Abdías (19-21).
11. Ateniéndonos al canon de la Biblia Hebrea, definido por la tradición Farisea-Rabínica, el punto final de este proceso de redacción de textos proféticos es el libro de Daniel, mismo que no fue incluido en la Biblia como libro profético, sino como parte de los escritos (ketuvim).

No es este el espacio para analizar todo el contenido de la literatura profética, así como tampoco el modo en el que evolucionó en las etapas que hemos mencionado. Sin embargo, vamos a acercarnos al tema que más nos interesa, por ser el meollo de la Literatura Apocalíptica: el Día del Señor.
El modo en el que se va transformando el contenido de este tópico es muy útil para comprender el proceso de evolución de las ideas proféticas.

1 comentario:

  1. esta interesante el trabajo, pero cuales son tus fuentes de investigacion. Gracias

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