marzo 03, 2009

Séptimo Tema: LOS QUIASMOS EN EL LIBRO DE DANIEL

Hay un aspecto extra en el libro de Daniel que nos da un elemento más para sostener que los capítulos 2, 7 y 9.20-27 son anexos posteriores, y es los famosos quiasmos.
Este tema ha sido utilizado por los defensores de que el libro fue escrito en el siglo VI AC por un mismo autor, ya que muestra una organización bien diseñada a modo de quiasmo doble.
Estrictamente hablando, eso sólo demuestra que quien elaboró el libro lo hizo pensando en estructuras geométricas, y da igual que haya sido en el siglo VI o II AC. Sin embargo, vale la pena revisar el asunto.
Un quiasmo es una estructura literaria geométrica. La idea nos puede quedar clara si vemos los temas del libro de Daniel:
1. Capítulo 1: Introducción
2. Capítulo 2: Visión (la Estatua de Nabucodonosor)
3. Capítulo 3: Los amigos de Daniel en el Horno de Fueglo
4. Capítulo 4: La locura de Nabucodonosor
5. Capítulo 5: El festín de Belsasar
6. Capítulo 6: Daniel en el Foso de los Leones
7. Capítulo 7: Visión de las Cuatro Bestias
8. Capítulo 8: Visión de las Dos Bestias
9. Capítulo 9.1-19: Oración de Daniel por su pueblo
10. Capítulo 9.20-27: Visión de las Setenta Semanas
11. Capítulo 10: Introducción a la visión del capítulo 11
12. Capítulo 11: Visión de los Reyes del Norte y del Sur
13. Capítulo 12: Conclusión

Veamos los aspectos geométricos: los capítulos 1 y 12 enmarcan el libro completo, en tanto son introducción y conclusión.
El resto del texto está dividido en dos secciones (los dos quiasmos). La primera la conforman los capítulos 2-7, y la otra los capítulos 8-11.
En la primera sección, los capítulos 2 y 7 son visiones; los capítulos 3 y 6 son relatos sobre Daniel y sus amigos (en ambos casos, los protagonistas son llevados con engaños a condiciones extremas, y liberados milagrosamente); los capítulos 4 y 5 son relatos sobre reyes Babilónicos.
En la segunda sección, los capítulos 8 y 11 son visiones; los capítulos 9.1-19 y 10 son parlamentos (en el primero, Daniel habla con D-os; en el segundo, un ángel habla con Daniel); finalmente, el capítulo 9.20-27 funciona como parte central.
Para poder visualizar el diseño geométrico, asignemos letras a cada sección:
1. Para la introducción y conclusión, usemos A
2. Para las visiones, usemos B
3. Para los relatos sobre Daniel y sus amigos, usemos C
4. Para los relatos sobre los reyes babilónicos, usemos D
5. Para los parlamentos de Daniel y el ángel, usemos E
6. Para Daniel 9.20-27, usemos F
Siguiendo esta idea, tenemos la siguiente estructura: A-B-C-D-D-C-B-B-E-F-E-B-A
Separemos ahora las dos secciones de Daniel, sin tomar en cuenta los capítulos 1 y 12. De ese modo, la primera sección (capítulos 2-7) tiene B-C-D-D-C-B, y la segunda sección (capítulos 8-11) tiene B-E-F-E-B.
Se hace evidente el diseño geométrico.
¿Qué pasa si quitamos los capítulos 2, 7 y 9.20-27? Curiosamente, el diseño quiásmico no desaparece. Por el contrario, se perfecciona. Sin los capítulos 2 y 7, la primera sección quedaría con C-D-D-C, y sin 9.20-27 la segunda sección quedaría con B-E-E-B. Es decir, con dos quiasmos exactamente iguales, y además con una coherencia temática que, en su forma actual, el libro de Daniel no tiene: la primera sección estaría integrada por los relatos anecdóticos sobre Daniel, y la segunda por sus visiones.
Por eso, el análisis de los Quiasmos nos sugiere que el libro de Daniel, originalmente, fue más compacto de lo que hoy conocemos. Su estructura habría sido la siguiente:
1. Introducción (capítulo 1)
2. Los amigos de Daniel en el Horno de Fuego (capítulo 3)
3. Nabucodonosor (capítulo 4)
4. Belsasar (capítulo 5)
5. Daniel en el Foso de los Leones (capítulo 6)
6. Visión de las Dos Bestias (capítulo 8)
7. Oración de Daniel (capítulo 9.1-19)
8. Respuesta de D-os a Daniel (capítulo 10)
9. Visión de los Reyes del Norte y del Sur (capítulo 11)
10. Conclusión (capítulo 12)
Retomando las letras asignadas, sería A / C-D-D-C / B-E-E-B / A

¿Hay más elementos que confirmen esta idea? Sí que los hay.
Hemos propuesto que las secciones 9.1-19 y 10 fueron, originalmente, un diálogo entre Daniel y D-os (aunque la respuesta está en boca de un ángel).
Veamos cómo se leería el texto si no existiera Daniel 9.20-27 (el anexo del siglo I DC): “(9.19) Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de Ti Mismo, D-os mío; porque tu Nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo. (10.1) EN EL AÑO TERCERO DE CIRO REY DE PERSIA FUE REVELADA PALABRA A DANIEL, LLAMADO BELSASAR; Y LA PALABRA ERA VERDADERA, Y EL CONFLICTO GRANDE; PERO ÉL COMPRENDIÓ LA PALABRA, Y TUVO INTELIGENCIA EN LA VISIÓN. (10.2) En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas”.
Nótese que el versículo 10.1 (puesto a propósito en altas) habla de Daniel en tercera persona, y en 10.2 se retoma la primera persona. Es, a todas luces evidente, que 10.1 es una interpolación. Si quitamos ese texto, la lectura fluye de modo natural.
Es momento de precisar (cosa que no habíamos hecho por comodidad) que el anexo del siglo I DC incluye Daniel 10.1, para que de ese modo la sección 9.20-27 quedara como la respuesta a 9.1-19, y el resto del capítulo 10 como una visión aparte.

Sólo resta un detalle final: Daniel 12.11-12 mencionan la cifra relacionada con la guerra de tres años y medio. Es decir, la guerra contra Roma. Sin embargo, es difícil suponer que todo el capítulo 12 sea parte de los anexos del siglo I DC (eso sí alteraría el concepto global de quiasmo). Lo más probable es que el capítulo 12 original haya terminado en el versículo 10, y que los últimos 3 versículos hayan sido añadidos durante la época de la guerra contra Roma.

Por el momento, hemos terminado nuestra revisión del libro de Daniel, y de la misma podemos sacar importantes conceptos para entender cómo se elaboraba la Literatura Apocalíptica, de los cuales el más relevante es la continua necesidad de adaptar el texto (la profecía que nunca termina de cumplirse) a la realidad.
Hay otro detalle trascendental: Daniel fue el primer libro apocalíptico que se escribió; sin embargo, la versión que conocemos incorpora anexos hechos durante la guerra contra Roma. Es decir: fragmentos de la última literatura apocalíptica que se escribió.
Esa es la importancia del libro de Daniel: incluye lo primero y lo último escrito en cuestión de apocalíptica.
Después de la derrota judía ante los romanos, el panorama judío quedó dominado por la tradición fariseo-rabínica, nada apegada a las ideas apocalípticas. En consecuencia, este tipo de literatura desapareció del judaísmo. Sin embargo, otro grupo recuperó la vocación por especular sobre el Fin de los Tiempos, y produjo textos propios bastante interesantes, y notoriamente influenciados por la apocalíptica.
Nos referimos, naturalmente, al cristianismo.
¿Por qué el gusto cristiano por la apocalíptica? Es una pregunta cuya respuesta es compleja, así que vayamos por partes.
En la siguiente sección, vamos a revisar los aspectos relevantes de la apocalíptica cristiana, comenzando por los textos cristianos comúnmente llamados “apocalípticos” (y que en realidad no lo son), luego el Apocalipsis de Juan, y finalmente el resto de las porciones de evidente origen apocalíptico que encontramos en el Nuevo Testamento.

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