abril 23, 2009

Onceavo Tema: ¿DE QUÉ TRATA EL EVANGELIO ORIGINAL?

Desde las primeras notas del blog, hemos tratado temas que incluyen algunos aspectos de la evolución del profetismo hebreo antiguo, el desarrollo y características de la Literatura Apocalíptica, el libro de Daniel, el Apocalipsis de Juan, y últimamente los Evangelios Sinópticos.
Llegados a este punto, un texto que hemos mencionado recurrentemente es el llamado Evangelio Original. Repasemos lo esencial sobre este texto:
1. No es un texto que se haya recuperado, por supuesto. De hecho, es muy factible que nunca se vaya a recuperar una copia de este libro; si se llegase a recuperar, además, sería muy complicado identificarlo.
2. ¿Por qué estamos seguros, entonces, de que existió? Porque los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas tienen evidencia suficiente para suponer que tuvieron un texto en común como antecedente. Este texto es, por llamarlo de algún modo, el Evangelio Original.
3. Mateo, Marcos y Lucas, tal y como los conocemos, no son tres versiones de la vida de Jesús hechas por tres personas diferentes, sino tres versiones diferentes del texto que originalmente habló sobre la vida de Jesús, y son el resultado de la evolución redaccional que este texto primigenio tuvo en tres diferentes ambientes: Mateo se desarrolló en Judea, Marcos en Roma y Lucas en el contexto de las iglesias griegas.
4. El Evangelio Original pudo haber estado escrito a mediados del siglo I DC. A partir de que empezó a traducirse al griego y se volvió patrimonio de las comunidades cristianas, empezó con el proceso de desarrolló que produjo las tres versiones mencionadas (Mateo, Marcos y Lucas) en un lapso de, aproximadamente, un siglo. Hacia la segunda mitad del siglo II, la estructura básica de dichas versiones ya estaba bien definida, y por ello autores cristianos como Ireneo de Lyón los citan frecuentemente.
5. La redacción definitiva —la que conocemos en el Nuevo Testamento— todavía tuvo que esperar hasta finales del siglo IV para quedar fija e inamovible.
La pregunta ahora es: ¿de qué trata ese Evangelio Original? Ya sabemos que habla sobre la vida de Jesús, pero también sabemos ahora que muchos de los aspectos que podríamos definir como “clásicos” sobre Jesús no estaban incluidos allí. Vamos a ver los más relevantes:
1. No hay ninguna referencia al nacimiento o la infancia de Jesús. El texto original debió iniciar de un modo muy similar al Evangelio de Marcos, que aborda directamente la escena del bautizo de Jesús. Dicho de otro modo: el autor del Evangelio Original no estaba “enterado” de ningún nacimiento milagroso ni de ninguna infancia “sorprendente”.
2. No estuvo incluido el Sermón del Monte, así que el panorama de enseñanzas de Jesús ofrecido es mucho más compacto de lo que tradicionalmente se ha creído.
3. No están incluidos muchos milagros de Jesús (como la sanidad del siervo de un Centurión, los ciegos y el mudo referidos en Mateo 9), por lo que podemos deducir que Jesús tampoco fue visto “tan milagroso” por su primer biógrafo como después sí lo fue por la tradición.
4. Tampoco están incluidas muchas frases célebres de Jesús, como el anuncio de persecuciones venideras de Mateo 10.16-25, por lo que también el panorama ideológico de Jesús es menos complejo de lo que generalmente se cree.
Volvemos a preguntar, entonces: ¿de qué se trata este texto?
Para empezar a contestar esa pregunta, vamos a remontarnos a la lista de pasajes que mencionamos en la nota “Tercer Tema: El Texto Probable del Evangelio Original” (Quinto Asunto), que son los que al encontrarse presentes en los tres Evangelios Sinópticos, muy factiblemente fueron los que formaron parte del Evangelio Original:
1. Ministerio de Juan el Bautista – Mateo 3.1-12 – Marcos 1.1-8 – Lucas 3.1-20
2. Bautismo de Jesús – Mateo 3.13-17 – Marcos 1.9-11 – Lucas 3.21-38
3. La tentación – Mateo 4.1-11 – Marcos 1.12-13 – Lucas 4.1-13
4. La partida a Galilea – Mateo 4.12-17 – Marcos 1.14-15 – Lucas 4.14-15
5. Ministerio en Kefar-najum – Mateo 8.14-17 - Marcos 1.21-34 – Lucas 4.31-41
6. Curación de un leproso – Mateo 8.1-4 - Marcos 1.40-45 – Lucas 5.12-16
7. Curación de un paralítico – Mateo 9.1-8 – Marcos 2.1-12 – Lucas 5.17-26
8. Llamamiento de Mateo Levi – Mateo 9.9-13 - Marcos 2.13-17 – Lucas 5.27-32
9. La pregunta sobre el ayuno – Mateo 9.14-17 - Marcos 2.18-22 – Lucas 5.33-39
10. Las espigas en día de reposo – Mateo 12.1-8 - Marcos 2.23-28 – Lucas 6.1-5
11. Curación de una mano seca – Mateo 12.9-14 - Marcos 3.1-6 – Lucas 6.6-11
12. La fama de Jesús – Mateo 12.15-21 – Marcos 3.7-12 – Lucas 6.17-19
13. Los doce apóstoles – Mateo 10.2-4 - Marcos 3.13-19 – Lucas 6.12-16
14. La casa dividida – Mateo 12. 23-45 (9.32-34) – Marcos 3.20-30 – Lucas 11.15-23
15. Los parientes de Jesús – Mateo 12.46-50 – Marcos 3.31-35 – Lucas 8.19-21
16. Parábola del Sembrador – Mateo 13.1-23 – Marcos 4.1-20 – Lucas 8.4-15
17. La mostaza – Mateo 13.31-32 – Marcos 4.30-32 – Lucas 13.18-19
18. La tempestad – Mateo 8.23-27 – Marcos 4.35-41 – Lucas 8.22-25
19. El endemoniado gadareno – Mateo 8.28-34 – Marcos 5.1-20 – Lucas 8.26-39
20. La hija de Yair – Mateo 9.18-26 – Marcos 5.21-43 – Lucas 8.40-56
21. Misión de los 12 – Mateo 9.35-10.15 – Marcos 6.7-11 – Lucas 9.1-5
22. Partida – Mateo 11.1 – Marcos 6.12-13 – Lucas 9.6
23. Muerte de Juan el Bautista – Mateo 14.1-12 – Marcos 6.14-29 – Lucas 9.7-9
24. Los cinco mil – Mateo 14.13-23 – Marcos 6.30-46 – Lucas 9.10-17
25. Demanda de señal – Mateo 16.1-4 – Marcos 8.11-13 – Lucas 12.54-56
26. En Cesarea de Filipo – Mateo 16.13-17.23 – Marcos 8.27-9.32 – Lucas 9.18-45
27. El mayor en el Reino – Mateo 13.1-5 – Marcos 9.33-37 – Lucas 9.46-48
28. Ocasiones de caer – Mateo 18.6-7, 21-22 – Marcos 9.42 – Lucas 17.1-4
29. La sal sin sabor – Mateo 5.13 – Marcos 9.50 – Lucas 14.34-35
30. Partida de Galilea – Mateo 19.1-2 – Marcos 10.1 – Lucas 9.51-56
31. Jesús y los niños – Mateo 19.13-15 – Marcos 10.13-16 – Lucas 18.15-17

32. El joven rico – Mateo 19.16-30 – Marcos 10.17-31 – Lucas 18.18-30
33. Jesús anuncia su muerte – Mateo 20.17-19 – Marcos 10.32-34 – Lucas 18.31-34
34. Curación de un ciego – Mateo 20.29-34 – Marcos 10. 46-52 – Lucas 18.35-43
35. En Jerusalén – Mateo 21.1-11 – Marcos 11.1-11 – Lucas 19.29-44
36. Purificación del Templo – Mateo 21.12-17 – Marcos 11.15-19 – Lucas 19.45-48
37. La autoridad de Jesús – Mateo 21.23-27 – Marcos 11.20-25 – Lucas 20.1-8
38. Los labradores malos – Mateo 21.33-46 – Marcos 12.1-12 – Lucas 20.9-19
39. Discusión – Mateo 22.15-23.12 – Marcos 12.13-40 – Lucas 20.20-40, 45-47
40. Discurso apocalíptico – Mateo 24.1-44 – Marcos 13.1-37 – Lucas 21.5-33
41. La conspiración – Mateo 26.1-5 – Marcos 14.1-2 – Lucas 22.1-2
42. La última cena – Mateo 26.14-35 – Marcos 14.10-31 – Lucas 23.3-38
43. La muerte de Jesús – Mateo 26.36-61 – Marcos 14.32-15.47 – Lucas 22.39-23.56
44. La resurrección – Mateo 28.1-10 – Marcos 16.1-8 – Lucas 24.1-12

Vamos organizando estas secciones en partes para facilitar su análisis. Podemos comenzar con una sección que abarca los temas 1-13, luego otra que abarque los temas 14-20, luego los temas 21-25, continúa con los temas 26-32, siguen 33-40, y concluye con los puntos 41-44.
Ahora explicaremos por qué hemos optado por esa subdivisión (tal y como lo hicimos en notas anteriores, vamos a seguir el orden dado por el Evangelio de Marcos, dado que es el que evidencia menos retoques estructurales).

Inicio del Ministerio de Jesús (1-13)

Esta es la parte introductoria de todo el libro. Inicia con la presentación de Juan el Bautista como un personaje importante, porque es un vínculo entre Jesús y la tradición profética judía. Vale la pena recalcar que el perfil de Juan el Bautista es netamente apocalíptico, al punto de que muchos han admitido que él pudo ser un Esenio-Qumranita. Jesús recibió un baño ritual bajo la tutela de Juan el Bautista (el término “bautizo” proviene del griego y su concepto más generalizado es, en realidad, cristiano; para los judíos este tipo de baños son más frecuentes de lo que los cristianos suelen suponer, y es un hecho que los Esenios-Qumranitas los practicaban de un modo particularmente frecuente, lo que refuerza la idea de un vínculo de Juan con esa secta). Una vez “purificado” (ese es el sentido del baño ritual judío), Jesús está listo para enfrentar una última prueba antes de empezar con su ministerio autónomo. Con ese objetivo, se traslada al “desierto” (un término que puede significar demasiadas cosas, y no sólo una ubicación geográfica) en donde es tentado por el diablo (otro término con demasiados significados). Superada la prueba, inicia su ministerio en Galilea, que incluye una serie de milagros y las bases de su enseñanza, así como la integración de su núcleo fundamental de discípulos.
¿Por qué hemos incluido todo esto en el primer punto? (Se podía haber puesto por separado los milagros y enseñanzas de Jesús, tal y como sí lo hacemos en los puntos 14-20). Porque es inevitable notar que el ciclo que inicia con el inicio del ministerio de Jesús bajo la tutela de Juan el Bautista, se cierra con el inicio del ministerio de los apóstoles bajo la tutela de Jesús. Y en medio se da una suerte de quiasmo (recuérdese el caso del libro de Daniel): el punto 4 nos habla de Jesús dirigiéndose a Galilea, lo mismo que el punto 12; los puntos 6-7 mencionan hechos milagrosos, lo mismo que 11; los puntos 8-10, como parte central, se refieren a discusiones en las que Jesús expone por primera vez sus puntos de vista divergentes con otros judíos.

Enseñanzas (14-17) y Milagros de Jesús (18-20)

Una nueva secuencia de dichos y hechos de Jesús se presenta en esta parte, acaso como parte complementaria del ministerio galileo de Jesús. Los temas son trascendentales: la naturaleza del movimiento que dirige Jesús (presentado como el discurso sobre una casa dividida), la naturaleza del vínculo que hay entre los que siguen a Jesús (presentado como el asunto de quiénes son su madre y sus hermanos), y luego las parábolas del sembrador y de la semilla de mostaza. En seguida, se mencionan otros tres milagros de Jesús: como calma una tempestad, como hace un exorcismo en Gadará, y como resucita a la hija de un judío importante (Yair).

Temas Varios (21-25)


Hemos puesto esta parte por separado ya que se trata de la que menos orden secuencial tiene. Se menciona una misión encomendada a los apóstoles (21), su partida de Galilea (22), la muerte de Juan el Bautista (23), el milagro de la alimentación de los cinco mil (24) y una discusión sobre la autoridad de Jesús (25).
¿A qué se puede deber la “irregularidad” de esta sección? Imposible dar una respuesta definitiva. Puede suceder que los relatos estén alterados en su orden; o peor aún: que estén alterados en su significado (si acaso los primeros traductores del Evangelio Original al griego no entendieron algún aspecto demasiado enfocado en la cultura judía, que resultaba ser el que le daba sentido a esta sección, y en su afán por darle lógica al texto lo alteraron, pudieron haber eliminado la clave para entender el sentido estructural de estos pasajes).

Parte Final del Ministerio de Jesús en Galilea (26-32)

Esta sección inicia con la confesión de Pedro sobre la identidad mesiánica de Jesús, con lo que inicia la parte final del ministerio en Galilea. Los siguientes tres pasajes son explicaciones de Jesús sobre tres temas que, en realidad, guardan una fuerte relación: primero zanja la cuestión sobre quién es el mayor en el Reino de los cielos (27), y luego sobre el riesgo de perderse de ese Reino, ya sea por traición (28) o por inutilidad (29).
Este mismo esquema se reproduce en los siguientes relatos: se menciona la partida de Galilea, y luego dos reflexiones de Jesús, esta vez contrastantes: la primera toma como punto de partida la aceptación mutua entre Jesús y un niño, y la segunda la fricción entre Jesús y un joven rico.

El Viaje y Llegada a Jerusalén (33-40)

Esta etapa no sólo inicia con un viaje, sino con una explicación de Jesús sobre los acontecimientos que tienen que suceder tan pronto llegue a Jerusalén. Al igual que al principio de su ministerio en Galilea, un milagro marca uno de los puntos de partida para esta nueva etapa en la vida de Jesús: la curación de un ciego (34). Este milagro es el preludio a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que es seguida por la purificación del Templo (35 y 36). En este punto se vuelve a discutir sobre la autoridad de Jesús (37; compárese con 25). ¿Acaso esta repetición tiene como origen un error editorial? De ser así, debe ser muy arcaico, porque los tres evangelios ubican en el mismo punto el pasaje que sería el “duplicado”, lo que implica que el Evangelio Original ya presentaba esta característica. Sin embargo, sería más fácil suponer que el pasaje “duplicado” es el anterior, presente en la sección que menos desarrollo lineal presenta. En cambio, aquí el pasaje está en un lugar bastante coherente, ya que después de la discusión sobre la autoridad de Jesús viene la parábola de los labradores malvados (38), que equivale al cuestionamiento que Jesús hace sobre la autoridad de sus contrincantes. Luego, otra discusión (39) en la que son tocados varios temas: tributos, resurrección, la esencia de la Ley y el sentido del Salmo 110, concluyendo con una acusación de Jesús contra los escribas.
Sigue uno de los pasajes más sólidos e interesantes, ya que las versiones ofrecidas por los tres Evangelios Sinópticos son casi idénticas. Nos referimos al discurso apocalíptico de Jesús, en el que anuncia como inminente una invasión de ejércitos enemigos a Jerusalén, después de lo cual vendrá el “fin de siglo” o Fin de los Tiempos, con el consecuente establecimiento del Reino de los Cielos.
Debe tenerse en cuenta que este discurso de Jesús está fuera de toda duda respecto a su autoría y su contenido. El hecho de que no haya variantes relevantes entre Mateo, Marcos y Lucas sostiene la idea de que el discurso estuvo presente en el Evangelio Original, y que debido a su importancia fue conservado lo más fielmente posible. Es un caso radicalmente opuesto al del Sermón del Monte: aquí no hay evidencias de una “reconstrucción” del sermón, o de que las partes que componen el discurso hayan sido tomadas de diversas fuentes. De todos los discursos largos ofrecidos por los Evangelios Sinópticos, este es el único que podemos aceptar como fidedigno tanto en su autoría (no cabe duda de que se remonta a Jesús de Nazareth) como en su contenido.

Arresto, Muerte y Resurrección de Jesús (41-47)

La última sección está integrada por el complejo relato del complot contra Jesús (41), la Última Cena (42), todo el proceso de arresto, juicio, ejecución (43), y la resurrección. Hay varios aspectos que llaman la atención de esta sección, porque es una de las más elaboradas redaccionalmente. ¿A qué nos referimos con estos? A que encontramos muchos detalles exclusivos de uno o dos evangelios, lo que significa que, aunque el relato fuese parte del Evangelio Original, muchos detalles no lo fueron. O dicho de otro modo: esta fue una de las secciones donde más agregados hicieron, seguramente a partir del siglo II, los copistas que eventualmente le dieron forma final al texto.
Veamos algunos ejemplos:
1. Mateo menciona que los principales sacerdotes acordaron darle 30 piezas de plata a Judas a cambio de entregar a Jesús. Sin embargo, ese dato no aparece ni en Marcos ni en Lucas. Mateo es quien, posteriormente, menciona que el asunto de las 30 piezas de platas era para que se cumpliera una profecía de Jeremías, que —por cierto— no existe, y que la única mención a esa cantidad de dinero se encuentra en Zacarías. Es evidente que fueron los redactores de Mateo quienes, al desconocer a detalle el texto de los profetas, confundieron aspectos de Zacarías con aspectos de Jeremías, y agregaron este detalle al texto del Evangelio para justificar el cumplimiento de una supuesta profecía. El hecho de Marcos y Lucas no mencionen el asunto ni por asomo evidencia que en el Evangelio Original tampoco existió el dato. Se podría argumentar que en el papiro Magdalena Gr-17 (acaso el fragmento más antiguo que tengamos de Mateo) ya están mencionadas las 30 monedas. Sin embargo, es improbable que este fragmento pertenezca a lo que podemos llamar Evangelio Original, y se trate, en cambio, de una fuente secundaria, ya que el relato allí contenido sólo aparece en Mateo y Marcos (sería un caso similar al de 7Q5). Se ha propuesto que dicho documento fue elaborado hacia principios del siglo I, aunque esa datación es muy cuestionable. De todos modos, bien puede datar de no mucho después de mediados de dicho siglo, y es un buen ejemplo para vislumbrar que el proceso de elaboración y recopilación de materiales sobre Jesús fue, desde un inicio, complejo y caótico.
2. En el relato de la Última Cena, Lucas reelabora el orden de las frases de Jesús. Mateo y Marcos mencionan que primero anunció que uno de los doce lo iba a traicionar, a lo que siguió la pregunta de “¿seré yo?” por parte de los apóstoles, y luego tomo la copa y el vino para recitar las bendiciones de Pascua y anunciar, con ello, una Nueva Alianza o Nuevo Pacto. Lucas organiza al revés el discurso: primero hace las bendiciones y luego anuncia la traición de Judas. Sin embargo, no hay demasiado problema por deducir el orden que debió tener el Evangelio Original: es evidente que Lucas ha procedido a reelaborar la escena para darle un mayor dramatismo a las palabras de Jesús.
3. Sucede exactamente lo mismo con el siguiente punto: el anuncio de la negación de Pedro. Sin embargo, llama la atención que en este caso la reelaboración de Lucas va mucho más lejos (es uno de los ejemplos más extremos). Mateo y Marcos mencionan, en idéntico orden, que Jesús y los apóstoles “cantaron el himno”, fueron al Monte de los Olivos, Jesús anunció que todos se escandalizarían y serían dispersos, y que después de su resurrección los esperaría en Galilea; entonces es cuando Pedro jura que él no se va a escandalizar, y Jesús le dice que antes de que el gallo cante (dos veces, según Marcos), lo negará tres. El pasaje concluye con la insistencia de Pedro en que no lo negaría, y la referencia a que los demás también decían lo mismo. En Lucas no hay nada de esto. Para él, la escena acontece en el mismo lugar donde realizaron la Cena, no en el Monte de los Olivos, y el discurso de Jesús es radicalmente distinto, ya que al único al que le habla es a Pedro: “Simón… he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo, pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Y Pedro contesta: “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Y entonces Jesús sentencia: “…el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que te conozco”. La comparación de estos textos nos ofrece demasiados problemas, porque el hecho de que Mateo y Marcos sean idénticos, no nos obliga a suponer que son los más cercanos a la versión del Evangelio Original. Para asumir ello, tendríamos que suponer que Lucas hizo una condensación muy radical del texto, pero ello se antoja improbable porque implicaría que Lucas eliminó muchos detalles relevantes (cosa que no acostumbra hacer; hay muchos casos en los que corrige, reordena o altera para acentuar el dramatismo, pero no elimina detalles relevantes), como la referencia a una profecía (“heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas”) o la instrucción de que, tras la resurrección, esperaría a los apóstoles en Galilea. ¿Qué podemos inferir, entonces? Que lo más probable es que Mateo y Marcos hayan obtenido su versión de una fuente secundaria. Muy dudosamente estaríamos hablando de una tradición oral, porque el hecho de que el texto aparezca prácticamente idéntico refuerza la idea de que hubo un texto escrito de por medio. Tomando ese referente (al que Lucas y sus copistas nunca tuvieron acceso), lo único que sucedió fue que los copistas de Marcos tergiversaron ligeramente el relato aumentando a dos las veces que Pedro negaría a Jesús (detalle irrelevante del todo). En cambio, Lucas o sus copistas o bien tuvieron acceso a otra fuente (que pudo ser una tradición oral), o bien agregaron de su propia inspiración las palabras con las que Jesús anuncia a Pedro su inminente negación. ¿Podemos entonces decir que el pasaje no existía en el Evangelio Original, y que es uno de los pocos ejemplos donde podemos decir que existieron fuentes diferentes para un mismo tema? No tan fácilmente, porque hay otro detalle que también llama la atención: aunque lo más lógico es que hubo, por lo menos, dos fuentes diferentes para este pasaje, lo cierto es que los tres evangelios lo colocan exactamente en el mismo punto. Y eso no es cualquier cosa. Nos obliga a sospechar que en el Evangelio Original sí hubo una referencia a que Jesús anunció la traición de Pedro, pero que seguramente no daba grandes detalles. Algo así como “Jesús anunció que Pedro le negaría esa noche”. Y que luego, disponiendo de versiones diferentes sobre el asunto, Mateo y Marcos elaboraron una versión y Lucas otra. Desde esta perspectiva, podemos inferir que la versión de Lucas no es un arrebato de inspiración, sino una referencia a una tradición (más probablemente oral) sobre ese episodio. Hay algo más: como ya se refirió, el hecho de que Mateo y Marcos nos ofrezcan versiones idénticas nos obligan a suponer que hubo un antecedente escrito de esta versión. Es muy dudoso que dicho antecedente fuera un texto sobre la negación de Pedro, exclusivamente. Es más probable que fuera un relato completo de la pasión de Jesús. Esto es un problema interesante, porque nos obliga a preguntarnos qué contenía ese relato. Además, no hay mucha evidencia para sustentar que existió un relato independiente que sólo conocieron Mateo y Marcos, porque entonces este tipo de diferencias con Lucas serían más frecuentes. Y no lo son. Resulta, entonces, más lógico suponer que la versión del Evangelio Original a la que tuvieron acceso Mateo y Marcos (o sus copistas posteriores) ya había incluido este relato procedente de una fuente secundaria. Dicho de otro modo: que hubo una versión B del Evangelio Original (esta idea ha sido frecuentemente aceptada por la crítica bíblica), lo cual nos obligaría a reestructurar sutilmente el proceso de elaboración de los tres Evangelios Sinópticos, ya que hay evidencias de que los copistas que se encargaron de darle forma final a Mateo, Marcos y Lucas trabajaron sobre versiones del Evangelio Original que ya presentaban añadidos. Sólo de ese modo se podría explicar por qué ninguno de los tres tiene la versión original, y Mateo y Marcos recuperan una versión cuyo antecedente debió estar ya escrito, mientras que Lucas refiere una arcaica tradición oral radicalmente diferente.
4. Esta compleja situación se extiende al siguiente relato: la oración de Jesús en Gethsemaní. Nuevamente, Mateo y Marcos nos dan una versión y Lucas otra. La mejor forma de asumirlas es suponer que Mateo y Marcos trabajaron sobre una copia del Evangelio Original en la que ya había interpolaciones, y que Lucas tuvo acceso a otras fuentes. Sin embargo, en este pasaje Lucas no ofrece una reelaboración radical del texto, por lo que es más probable que su versión sea la más cercana (si no es que idéntica) a la original.
5. Ya hemos hablado sobre el arresto de Jesús. Vale la pena recordar un detalle muy significativo: en los Evangelios Sinópticos jamás se menciona que fuera Pedro quien sacó la espada e hirió al siervo del Sumo Sacerdote; eso sólo lo menciona Juan. Además, sólo Lucas menciona que Jesús sanó al siervo herido, lo que hace evidente que, en el Evangelio Original, no hubo menciones respecto a eso.
6. Ya se mencionaron también, en una nota previa, las diferencias en el relato del juicio a Jesús y la negación de Pedro. El siguiente pasaje refiere el enfrentamiento de Jesús con Pilatos, y nuevamente encontramos las diferencias más relevantes en Lucas. Para Mateo y Marcos, sólo se mencionan las preguntas de Pilatos, el silencio de Jesús y la escueta referencia de que era acusado por los sacerdotes; Lucas, en cambio, menciona las acusaciones. Las diferencias son sensibles, pero no demasiado radicales, por lo que no es fácil decidir si nuevamente Mateo y Marcos son casi idénticos (salvo porque la redacción es más elaborada en Mateo) por estar basados en un posible Evangelio Original B, o si simplemente Lucas reelaboró el texto para reforzar el dramatismo. El aspecto que más llama la atención es, en realidad, otro: Mateo interrumpe el relato de la presentación de Jesús ante Pilatos para contar el modo en el que murió Judas. Esta es la única referencia en los Evangelios a dicho episodio, por lo que es evidente que se trata de una interpolación bastante posterior. De hecho, el que se presente interrumpiendo bruscamente un relato hace evidente que se trata de un añadido muy descuidado, razón por la cual es más fuerte la posibilidad de que haya sido de los últimos. Es tan tosco que no hay mucho que discutir: el Evangelio Original jamás habló de la muerte de Judas.
7. El relato sobre la sentencia de Jesús hecha por Pilatos es muy interesante. Nuevamente, Mateo y Marcos nos ofrecen una versión casi idéntica (hay mucha reelaboración redaccional en Mateo, pero no altera el orden del relato), y Lucas es el que más se distancia. Tampoco es muy fácil achacar esta situación a que Mateo y Marcos estén basados en una versión B del Evangelio Original. En realidad, puede ser una simple reelaboración de Lucas (que en este caso produce un texto más compacto) para justificar una interpolación que no aparece en los otros dos evangelios: la presentación de Jesús ante Herodes. Lo que es un hecho es que este relato no fue parte del Evangelio Original. Lucas lo obtuvo de alguna fuente secundaria (tal vez oral) y lo puso inmediatamente después de la presentación ante Pilatos. Luego, para darle fluidez al relato, alteró la primera parte del episodio de la sentencia de Jesús. Sólo la parte final nos hace sospechar que Mateo y Marcos dispusieron de una fuente distinta a Lucas (una versión B), ya que refiere que la guardia romana llevaron a Jesús al patio del pretorio, le desnudaron, lo vistieron de púrpura, lo saludaron burlonamente, lo azotaron, lo golpearon, le escupieron y le hicieron reverencias. Y hasta entonces lo prepararon para la crucifixión. Lucas no refiere nada de esto, lo que nos hace sospechar que en el Evangelio Original no existió un relato sobre las agresiones a Jesús previas a su ejecución.
8. Con todo, el detalle más significativo en ese pasaje nos lo da Mateo: toda la escena donde Pilatos se lava las manos y luego el pueblo judío clama “su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestra descendencia” es exclusiva de este texto, y no aparece ni siquiera un vestigio de nada semejante en el relato paralelo, que es el de Marcos. Queda claro, entonces, que se trata de una reelaboración del texto original, que no debió incluir nada de esto. ¿Estamos ante un posible añadido de la última fase de evolución del texto? Con ello nos referiríamos a un añadido imperial, del siglo IV. Tal vez: este es el texto en donde más queda claro el intento de Roma por distanciarse de la ejecución de Jesús (Pilatos lavándose las manos), y en el que, por lo mismo, con mayor claridad se responsabiliza al pueblo judío de una ejecución romana (de hecho, la cita que da origen al mito del pueblo deicida). Lo más lógico es suponer que este agregado se hizo en la fase en la que el cristianismo empezó a ser contemplado como parte del proyecto imperial de Constantino el Grande, razón suficiente para que el texto oficial del Corpus Sagrado no hiciera ninguna mención a que Jesús había sido ejecutado por el mismo imperio que en ese momento lo estaba asumiendo como su deidad única. No es fácil sustentar esta idea con la evidencia documental que tenemos. El papiro Chester Beatty P45 (el más antiguo que tenemos de los Evangelios Canónicos) contiene un fragmento de Mateo 25-26, pero no del capítulo que nos interesa en este punto (el 27), y data de la primera mitad del siglo II.
9. En el relato de la crucifixión vuelve a darse un paralelismo completo entre Mateo y Marcos, mientras que Lucas ofrece las mayores desviaciones. Del mismo modo, es evidente que la redacción en Mateo es más elaborada que en Marcos, aunque el único elemento extra relevante que aparece es la referencia de Mateo a que, en el momento en que Jesús expiró, muchos “santos” salieron de sus sepulcros y se aparecieron a los habitantes de Jerusalén (evidentemente, se trata de una interpolación tardía de carácter fantástico). Lucas agrega dos aspectos que intensifican, nuevamente, el dramatismo de la escena: primero pone en boca de Jesús una frase ominosa dirigida a las mujeres que lloraban por él (“hijas de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas…”), y luego añade el diálogo entre los dos ladrones crucificados junto a Jesús (con su célebre final de “hoy estarás conmigo en el paraíso”). Muy probablemente, ambos añadidos se derivan de tradiciones orales con las que se complementó el texto del Evangelio Original. La conclusión en Lucas es más escueta que en Mateo y Marcos, pero no tanto como para poder afirmar que las diferencias se deben, otra vez, a que aquellos se hubieran basado en la versión B del Evangelio Original y Lucas no. Las diferencias permanecen en un nivel en el que es factible que Lucas sólo haya pulido la redacción del pasaje, tras haber hecho dos inclusiones que aumentaran la intensidad del relato.
10. El relato de la sepultura de Jesús es bastante homogéneo entre los tres evangelios, lo que muestra que en este punto no hubo grandes diferencias respecto a las fuentes usadas. Curiosamente, en este pasaje Marcos es más elaborado en su redacción que Mateo, e incluso agrega que “Pilatos se sorprendió de que Jesús hubiera muerto tan pronto” (no es de extrañar: ya hemos mencionado que este evangelio puede considerarse la versión romana de la vida de Jesús, y en Roma sabían perfectamente que un crucificado no moría en cuestión de horas, sino de tres o cuatro días). Por su parte, al final del relato Lucas agrega que las mujeres que lo seguían (María Magdalena y María madre de José, según Marcos y Mateo) prepararon inciensos para el cuerpo (dato que, por lógica, descartamos que haya sido parte del texto original).
11. Los relatos relacionados con la Resurrección son los más disímiles de esta sección de los evangelios, y resulta sumamente difícil reconstruir cuantas fuentes fueron utilizadas para esto. Según Marcos, tres mujeres (María Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé) fueron al sepulcro para ungir el cadáver, e iban con la angustia de quién les removería la piedra que bloqueaba el acceso, aunque cuando llegan encuentran la tumba abierta. En cambio, Mateo no menciona a Salomé, pero menciona un terremoto que abre el sepulcro, de tal modo que cuando las mujeres llegan éste ya está abierto. Lucas sigue un poco la versión de Mateo, diciendo que cuando las mujeres llegaron el sepulcro ya estaba abierto, aunque no menciona el terremoto. Marcos concluye su relato mencionando que al entrar encontraron a un joven vestido de blanco que les dijo que Jesús esperaría a sus discípulos en Galilea, tal y como ya lo había anticipado. En cambio, en Mateo es el ángel que aparece con el terremoto el que les da la explicación a las mujeres (nótese que Marcos jamás dice que haya sido un ángel; sólo menciona que era un joven vestido de blanco, indumentaria muy común entre los Esenios-Qumranitas), y les da la instrucción de ir con los apóstoles para notificarles que deben ir a Galilea; sin embargo, al salir del sepulcro Jesús aparece a las mujeres. A todas luces, dicha aparición es un agregado posterior. Lucas, por su parte, tampoco menciona la aparición de Jesús, aunque sí menciona que el joven en el lugar es un ángel; muy en su estilo, agrega una frase muy elocuente de parte de este último. Pese a las diferencias, digamos que hasta este punto hay una cierta relación en el relato, lo cual coincide con el hecho de que las copias más antiguas de Marcos llegan hasta aquí. Las diferencias importantes vienen a partir de este punto: Marcos menciona una aparición a María Magdalena (probable influencia del evangelio de Juan), luego a dos discípulos (probable eco del evangelio de Lucas), y concluye con una aparición a los apóstoles en un lugar donde ellos estaban sentados a la mesa (un lugar cerrado, en consecuencia). El colofón es la mención de la ascensión. Mateo, en cambio, no menciona nada de esto. Sólo dice que la guardia romana que había cuidado el sepulcro fue sobornada para mentir, y luego recupera parte del relato de Marcos sobre la aparición a los apóstoles, pero lo ubica en Galilea. No menciona la ascensión. Lucas, por su parte, sólo menciona la aparición a los caminantes de Emaús (de la que hay un eco aparente en Marcos), y luego una aparición a los apóstoles, aunque esta se da en Jerusalén y Betania, lugar en donde se ubica la ascensión de Jesús. Digámoslo de un modo simple: no tiene pies ni cabeza. El hecho de que se presenten versiones tan diferentes de lo que sucedió después de la aparición de un joven o ángel a las mujeres que fueron al sepulcro es un serio reto historiográfico. Muchos cristianos tradicionalistas simplemente apelan a que “unos recordaron unas cosas y otros otras”, y que no hay contradicción entre los hechos, para luego dedicarse a hacer de cada pasaje un texto complementario a los demás. Esa solución parte de no entender en absoluto la naturaleza del problema documental que tenemos aquí: Mateo, Marcos y Lucas no son la perspectiva de tres autores diferentes sobre Jesús, sino tres versiones derivadas de un mismo documento. Por lo tanto, por mucho que con todos estos relatos se pueda hacer uno solo, el problema es otro: ¿de donde obtuvieron los redactores de cada evangelio estos relatos? Me parece que es imposible reconstruir el proceso. Acaso, la parte más fácil es la de Marcos, ya que hay una suerte de referencia a un relato de Lucas (los caminantes a Emaús) y a otro de Juan (la aparición a María Magdalena), por lo que es factible que se trate de un agregado moderadamente tardío como para intentar conciliar este texto con los otros dos. Lo más simple es asumir que todos estos relatos provienen de la tradición oral, y además de modo muy ambiguo, y por ello las libertades con las que cada quien los reelaboró. Dicho de otro modo, los relatos sobre las apariciones de Jesús no parecen proceder de ninguna fuente documental escrita, sino del ideario popular del cristianismo más primitivo.

Es muy difícil resumir de qué trataba el Evangelio Original. Lo más que podemos afirmar es que su contenido en general fue mucho más sencillo de lo que encontramos en los Evangelios Sinópticos.
Según el texto original, Jesús no hizo tantos milagros ni dio tantos discursos, ni se apareció a sus seguidores después de la resurrección.
Pero reconstruir el mensaje original es bastante más complejo. Para empezar, en la próxima nota vamos a abordar la característica más evidente del posible Evangelio Original: el perfil apocalíptico, mismo que lo pone en relación con el esquema de ideas de la secta Esenia-Qumranita.

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