abril 18, 2009

Décimo Tema: 7Q5 O LA IMPERICIA DE LOS BIBLISTAS

Entre 1947 y 1955 fueron desenterrados la mayoría de los fragmentos que hoy conocemos como Rollos del Mar Muerto. Hasta la fecha, se estima que incluyen cerca de 900 obras literarias distintas, la mayoría pertenecientes a la secta Esenis-Qumranita. Casi una cuarta parte de las mismas son copias de textos bíblicos; otro elevado porcentaje, fragmentos de libros que no fueron incluidos en la Biblia, pero que ya se conocían (como Enok, los Jubileos o el Documento de Damasco); pero lo interesante ha sido que un gran porcentaje de los textos allí recuperados eran desconocidos del todo.
Son muy pocos los documentos que se han podido recuperar en un buen estado de conservación. Generalmente, los Rollos del Mar Muerto son apenas fragmentos que componen un monstruoso rompecabezas que, pese a los grandes avances científicos que se han logrado para su investigación, sigue siendo todo un reto poder armar.
Por ello, miles de fragmentos siguen esperando su turno de poder recuperar su lugar para entonces podamos encontrar el sentido de lo que dicen.
En 1972, el papirólogo catalán Josep O’Callaghan (1922-2000) publicó los resultados de una investigación en la que había logrado identificar el fragmento llamado 7Q5 como un párrafo del Evangelio de Marcos (6.52-53).
Naturalmente, la tormenta no se hizo esperar, y durante los años siguientes, la tesis de O’Callaghan fue sistemáticamente desaprobada por la mayoría de los biblistas avocados al estudio de los Rollos del Mar Muerto (especial intensidad tuvieron las objeciones del Padre Emile Puech, uno de los más destacados eruditos en la materia).
¿La razón? Resulta difícil de definir. El paso de los años ha confirmado que no es una razón técnica, sino una resistencia casi atávica para admitir que un texto del Nuevo Testamento pudiera estar incluido en Qumrán.
¿Por qué nos atrevemos a plantear las cosas en ese tenor? Porque todas las objeciones técnicas fueron, simplemente, refutadas de modo incuestionable por O’Callaghan y quienes fueron aceptando su teoría. Veamos las objeciones:
1. La más aguda objeción es que la antigüedad de los papiros de la cueva 7 son anteriores al año 50, lo cual hace que sea difícil incluir textos neotestamentarios en griego (idioma en el que está escrito 7Q5).
2. Emile Puech, junto con E. A. Muro, identificaron el fragmento como parte del Apócrifo de Enok.
3. Daniel B. Wallace argumentó, por su parte, que el fragmento era demasiado pequeño y en demasiado mal estado como para ser identificable; recalcó, además, lo improbable que era que el Evangelio de Marcos estuviera escrito antes del año 68, y rechazó que los Esenios tuvieran algún interés en conservar documentos cristianos, toda vez que a ambos grupos los separaban diferencias irreconciliables.
4. Boismard y Metzger, otro par de eruditos, objetaron que para que la tesis de O’Callaghan cuadrara, se tenía que dar por sentado que una letra muy borrosa del texto era una “n”, misma que podía afectar todo el sentido del texto.
5. Otra objeción tuvo que ver con un aspecto ortográfico, debido a que la tesis de O’Callaghan daba por hecho que en algunas palabras se podía usar “t” o “d” indistintamente, lo cual también afectaba el sentido del texto.
6. Kurt Aland, otro especialista en la materia, presentó tres artículos “desbaratando” la teoría de O’Callaghan, y en uno de ellos recurrió a una compleja investigación por ordenador, la cual —según él— demostró que era imposible identificar 7Q5 con el pasaje en cuestión de Marcos.
Pero hubo un detalle muy significativo: pese a la oposición de los biblistas en general, poco a poco O’Callaghan fue recibiendo el apoyo de las principales autoridades en papirología, materia que, en términos estrictos, es la encargada de una investigación de ese tenor. Entre otros, O’Callaghan fue apoyado en sus procesos metodológicos y conclusiones por Orsolina Montevecchi, Carsten Peter Thiede, Herber Hunger y Marta Sordi.
¿Por qué aceptaron la identificación hecha por O’Callaghan? En primer lugar, porque no objetaron ningún aspecto del método de trabajo del jesuita catalán. Y en segundo, porque las objeciones resultaron, en realidad, demasiado subjetivas. Vamos por partes:
1. El hecho de que los papiros de la cueva 7 sean anteriores al año 50 hace difícil, pero no imposible la identificación con Marcos. Por ejemplo, si retomamos la objeción de Wallace, hay que hacer notar que en el año 68 ni siquiera estaba completa la forma definitiva del evangelio de Marcos. Eso, en realidad, sólo se dio hasta bien entrado el siglo II, y la redacción definitiva y oficial sólo puede ser corroborada a partir ¡del siglo IV! En cambio, es un hecho que cada evangelio surgió como parte de un complejo proceso, y no hay nada que nos obligue a suponer que en el año 50 no se había iniciado ya.
2. Emile Puech y E. A. Muro nunca pudieron comprobar la identificación de 7Q5 con un fragmento de cualquier texto relacionado con Enok. Por el contrario: la base de datos Ibycus, en la cual está incluida toda la literatura en griego antiguo conocida hasta la fecha, no logró relacionar el fragmento 7Q5 con ningún otro texto conocido, y eso incluye a Enok y sus diferentes textos relacionados.
3. Hay algo más: en una sorprendente “libertad” metodológica, es un hecho bien sabido que ni Puech ni Muro trabajaron directamente sobre el fragmento de papiro, asunto que tampoco pareció importarle al erudito Florentino García Martínez que dio por buena la identificación de Puech y Muro, descartando automáticamente la de O’Callaghan. Sin embargo, los más destacados papirólogos han apoyado la tesis de O’Callaghan, y descartado la de Puech y Muro.
4. No hay mucho que objetar sobre el tamaño del papiro y las pocas letras que contiene. Muchos fragmentos más pequeños y/o más dañados han sido perfectamente identificados sin que nadie ponga objeciones.
5. La objeción de Boismard y Metzger ha sido totalmente refutada, ya que la ciencia moderna ha podido demostrar que la letra en cuestión es “n”, tal y como O’Callaghan había sostenido desde un principio. Por su parte, la objeción respecto al intercambio de “t” y “d” en algunas palabras del hebreo antiguo (aún en sus traducciones al arameo y al griego) también quedó superada al comprobarse que dicho intercambio sí era algo frecuente.
6. Probablemente, el caso más patético de todos haya sido el de Kurt Aland. Antes de morir, había caído en el desprestigio académico después de que otro grupo de especialistas demostrara que sus prodedimientos metodológicos fueron completamente incorrectos, e incluso se le acusara de haber falseado los datos arbitrariamente.
7. El programa Ibycus comparó el fragmento 7Q5 con una base de datos de literatura en griego que incluye 42 millones de palabras (y que incluye la literatura sobre Enok, para molestia de Puech y Muro). El resultado fue contundente: 7Q5 sólo corresponde con Marcos 6.52-53.
La controversia sigue abierta, y en la actualidad, la principal objeción tiene que ver con un argumento bastante sutil, pero mejor diseñado que las objeciones técnicas que, en años anteriores, simplemente fracasaron.
El argumento es simple: no hay modo de considerar un contacto entre los qumranitas y el cristianismo. Se puede discutir mucho sobre el tema, especialmente por los aspectos en los que ciertas partes del Nuevo Testamento se acercan a las ideas qumranitas (tema del que ya hablaremos), pero es un hecho que, en términos generales, para cuando el cristianismo como tal empezó su verdadero desarrollo, Qumrán ya era historia.
Ir más allá de esta objeción es, por el otro lado, sólo un síntoma que fue muy evidente en varios especialistas: el punto no era que no se pudiera identificar 7Q5 con el evangelios de Marcos (los papirólogos aceptaron que sí era posible); el punto fue que NO QUISIERON aceptarlo.

¿Qué es lo que sucede con el caso de 7Q5? Que expone los aspectos más frágiles en los estudios sobre la materia. Por un lado, una identificación altamente probable que fue rechazada sólo porque, en términos muy simples, incomodó a los eruditos. Pero, por el otro, la cada vez más confirmada idea de que el cristianismo fue un fenómeno muy ajeno a los Esenios-Qumranitas.
¿Dónde se encuentra el meollo del asunto?
En la poca honestidad intelectual (no encuentro otro modo para llamarlo) a la hora de tomar en cuenta las aportaciones de la historiografía neotestamentaria. Vamos punto por punto:
1. El Evangelio de Marcos (o cualquier otro) no fue escrito en una sola sentada, por decirlo de modo coloquial. Fue resultado de un extenso proceso que duró, por lo menos, un siglo para darle su forma definitiva en cuanto a estructura, y dos siglos más para llegar a la redacción final.
2. Este dato es importante (y nadie en la discusión sobre 7Q5 lo tomó muy en cuenta), porque nos obliga a asumir que no estamos tratando de identificar un fragmento del Evangelio de Marcos, sino de uno de los probables estadios arcaicos de dicho texto.
3. O seamos más precisos al respecto: no deberíamos estar hablando del Evangelio de Marcos, sino del Evangelio Original. Hacia el año 50, el único texto que pudo haber estado escrito fue este documento que luego fue la base para la elaboración de Mateo, Marcos y Lucas.
4. Este punto, por sí mismo, demuestra que TODA LA DISCUSIÓN SOBRE 7Q5 HA SIDO UNA DISCUSIÓN FALAZ.
5. Peor aún: Marcos 6.53 tiene su paralelo en Mateo 14.34, pero no tiene equivalente en Lucas. ¿Qué significa esto? Que el pasaje en cuestión no fue parte del Evangelio Original, sino de la fuente que sólo compartieron Mateo y Marcos, una fuente secundaria. Y cabe la posibilidad de que, originalmente, dicha fuente ni siquiera hablara de Jesús.
¿Qué es lo que tenemos en 7Q5, entonces? En definitiva, no es un fragmento del Evangelio de Marcos, porque lo cierto es que hacia mediados del siglo I ese texto todavía no estaba elaborado. De hecho, faltaba cerca de un siglo para que quedara estructuralmente definido, y trescientos años para que llegara a su redacción definitiva.
Tampoco tenemos un fragmento del Evangelio Original, el único que texto sobre Jesús que pudo haber estado ya elaborado para esas épocas.
Lo que tenemos es un texto en griego que, por alguna razón, le resultó significativo a los Esenios-Qumranitas, al grado de que conservaron una copia. ¿De qué trataba dicho texto? Imposible saberlo. Lo único que podemos asegurar es que, durante el transcurso de los siguientes cien años, dos grupos cristianos dispusieron del mismo y decidieron integrarlo al relato del Evangelio Original, por lo que quedó plasmado en los textos que hoy conocemos como Marcos y Mateo.
Esta es la única prueba existente, hasta el momento, de que algunas de las fuentes secundarias para la evolución de los Evangelios Sinópticos sí fueron fuentes escritas.
Pero nada más.
Ante esta situación, resulta irrelevante discutir si un fragmento cristiano pudo estar en Qumrán. Acaso, la discusión debería ser cómo pudo un fragmento Qumranita llegar a los textos cristianos (aquí no estamos hablando de similitudes en las ideas de unos y otros, sino de un texto específico recuperado entre los Rollos del Mar Muerto y que luego reaparece en dos evangelios).
Curiosamente, ese punto no resulta tan difícil de explicar. En realidad, mucha literatura fácilmente vinculable con Qumrán llegó al Nuevo Testamento. En la sección sobre apocalíptica, ya vimos el caso de los textos que eventualmente se transformaron en el Apocalipsis de Juan. Por su estilo literario y su contenido ideológico, es definitivo que tuvieron que estar vinculados con los qumranitas.
¿Por qué podemos asegurar algo tan categórico? Porque el estilo es apocalíptico, y los únicos que cultivaron el apocalipticismo en ese nivel fueron los Esenios-Qumranitas.
En el próximo texto vamos a avocarnos a recuperar un elemento muy importante del Evangelio Original: su perfil apocalíptico.
Hecho que, guste o no, lo vincula con Qumrán.

1 comentario:

  1. Gracias por sus palabras referentes a mi anterior comentario. Mucho me gustaría ponerme en contacto con Ud. para preguntarle algo. Para ello he modificado la opción en mi perfil permitiendo mi correo-e en el, por supuesto, si no es mucha molestia. Reitero mi felicitación, su blog es gran fuente de conocimiento y me da las herramientas necesarias para discutir, sobre todo con los cristianos llamados mesianicos( que por más que se quieran seguir llamando judíos, creo que han dejado de serlo desde el mismo momento en que se proclaman seguidores de Jesús, a los que no les tengo, demas estaria decirlo, demasiada simpatía.

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