abril 18, 2009

Noveno Tema: EL SERMÓN DEL MONTE

Probablemente, el Sermón del Monte sea el discurso más famoso que el Nuevo Testamento atribuye a Jesús. De hecho, dentro de los evangelios sinópticos sólo hay dos discursos dados por Jesús que puedan definirse como “grandes”: uno es el discurso apocalíptico registrado en Mateo 24 / Marcos 13 / Lucas 21, y el otro es el Sermón del Monte (el evangelio de Juan registra varios discursos extensos de Jesús, pero en los sinópticos tal situación es, más bien, extraña, razón por la cual el Sermón del Monte resulta notablemente importante).
Pero hay una característica curiosa respecto a este discurso: siendo tan importante (o por lo menos aparentándolos), sólo Mateo y Lucas lo registran, y de un modo muy diferente.
La versión clásica es la de Mateo, y se encuentra en los capítulos 5, 6 y 7. En cambio, en Lucas la versión es mucho más reducida: apenas el pasaje de Lucas 6.20-49. otros pasajes del resto del material dado por Mateo están dispersas en varios capítulos de Lucas, sin conexión alguna. Además, en Mateo es muy claro que Jesús sube a un monte para dar este sermón (de allí su nombre); en cambio, en Lucas desciende a un valle. La explicación más socorrida por los tradicionalistas para explicar tanto las diferencias de contenido como las de ubicación, es demasiado infantil: Jesús dio dos sermones distintos, aunque parecidos. Uno en el monto, otro en el valle; uno largo, otro corto.
Ya hemos visto que la evidencia apunta a que ninguno de los dos evangelios es un texto elaborado por alguien que se estuviera basando en sus recuerdos (Mateo) o sus investigaciones (Lucas), sino textos complejos que tomaron como punto de partida un arcaico documento, y que en el proceso fueron incorporando materiales de diversos orígenes.
En este panorama ¿Qué podemos decir del Sermón del Monte?
Sonará radical, pero me parece que no hay otra alternativa: Jesús nunca pronunció ese discurso. Vamos por partes.
El primer punto es más que seguro: el evangelio original sobre Jesús no incluyó nada parecido al Sermón del Monte. Esto queda fuera de toda duda porque el pasaje está totalmente ausente del evangelio de Marcos (de hecho, uno de los aspectos que hacían relevante la idea de un documento Q era que allí habría estado la versión original del Sermón del Monte).
El segundo punto es igualmente contundente, aunque más difícil de aceptar para los tradicionalistas: el hecho de que el material que Mateo incorpora en un solo discurso esté repartido de un modo arbitrario en Lucas, demuestra que dicho material no proviene de una sola fuente.
Aunque asumamos que dicho material proviene de Jesús (en realidad, no hay nada que nos obligue a asumirlo, y sobre este punto ahondaremos en notas próximas), es imposible asumir que fue dicho en una sola sesión. Los redactores del evangelio de Mateo así lo organizaron; los de Lucas no. Tenemos dos opciones para interpretar dicha diferencia: o bien Jesús dio el discurso, Mateo lo conservó y, por alguna extraña razón, los que trabajaron en el texto de Lucas decidieron descomponerlo, o bien el material llegó de muy diversas fuentes, y cada grupo de redactores lo organizó como le pareció mejor: los de Mateo, en un solo discurso; los de Lucas, en varios.
A todas luces es evidente que esta última posibilidad es la más verosímil, por donde guste enfocarse.
Tomando en cuenta el orden de Mateo, veamos donde se encuentran los pasajes correspondientes en Lucas:

1. Las Bienaventuranzas (Mateo 5.1-12; Lucas 6.20-23).
2. La Sal de la Tierra (Mateo 5.13).
3. La Luz del Mundo (Mateo 5.14-16).
4. Postura de Jesús ante la Ley (Mateo 5.17-20).
5. La ira (Mateo 5.21-26; Lucas 12.57-59).
6. El adulterio (Mateo 5.27-30).
7. El divorcio (Mateo 5.31-32).
8. Los juramentos (Mateo 5.33-37).
9. El amor a los enemigos (Mateo 5.38-48; Lucas 6.27-36).
10. La limosna (Mateo 6.1-4).
11. La oración y el Padrenuestro (Mateo 6.5-15; Lucas 11.2-4).
12. El ayuno (Mateo 6.16-18).
13. Los Tesoros en el Cielo (Mateo 6.19-21; Lucas 12.32-34).
14. La Lámpara del Cuerpo (Mateo 6.22-23; Lucas 11.33-36).
15. Las riquezas (Mateo 6.24; Lucas 16.13).
16. La ansiedad (Mateo 6.25-34; Lucas 12.22-31).
17. Los juicios (Mateo 7.1-6; Lucas 6.37-38, 41-42).
18. La Regla de Oro (Mateo 7.7-12; Lucas 11.9-13; 6.31).
19. La Puerta Estrecha (Mateo 7.13-14; Lucas 13.24).
20. El Fruto del Árbol (Mateo 7.15-20; Lucas 6.43-44).
21. Para entrar al Reino de los Cielos (Mateo 7.21-23; Lucas 13.25-27).
22. El Cimiento de la Casa (Mateo 7.24-29; Lucas 6.46-49).

El primer punto que llama la atención es que ocho de los pasajes no están incluidos en Lucas, lo que evidencia que pertenecieron a una o varias fuentes a las que no tuvieron acceso ni Lucas ni los posteriores copistas que reelaboraron su libro.
Lo siguiente es el tamaño tan diferente en algunos casos: las bienaventuranzas abarcan doce versículos de Mateo, pero sólo cuatro en Lucas; el discurso sobre la oración y el Padre Nuestro abarcan once versículos de Mateo, y sólo tres en Lucas; la parábola del árbol y sus frutos se extienden a seis versos en Mateo, y sólo dos en Lucas.
Finalmente, está el punto del orden. Fuera de los pasajes que en Lucas aparecen en el capítulo seis, todo lo demás está en un orden imposible de identificar como una sola estructura discursiva.
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que si sólo comparamos los pasajes correspondientes a Lucas 6, el orden es el mismo que en Mateo, aunque se reparta a lo largo de tres capítulos. Es muy probable, por lo tanto, que sólo en esos casos Mateo y Lucas hayan hecho uso de una misma fuente. Desde esa perspectiva, podríamos decir que Lucas conserva la forma original de un probable discurso, que comprendería los siguientes temas:

1. Las Bienaventuranzas (Mateo 5.1-12; Lucas 6.20-23).
2. El amor a los enemigos (Mateo 5.38-48; Lucas 6.27-36).
3. Los juicios (Mateo 7.1-6; Lucas 6.37-38, 41-42).
4. El Fruto del Árbol (Mateo 7.15-20; Lucas 6.43-44).
5. El Cimiento de la Casa (Mateo 7.24-29; Lucas 6.46-49).
En el caso de las Bienaventuranzas y el Fruto del Árbol, la versión más próxima al original sería la de Lucas, a todas luces la más compacta.
¿Fue esto un discurso dado por Jesús? Tal vez. De hecho, ya muchos biblistas han señalado que Lucas 6.20-49 nos ofrece un relato más anecdótico y menos teológico sobre el asunto, a diferencia de Mateo, en donde se hace evidente una compleja elaboración.
De todos modos, suponer que esta fuente secundaria de treinta versículos debe remontarse hasta Jesús es demasiado. Lo más que podemos asumir es que fue un texto bien definido. ¿Parte del documento Q? No me parece probable, porque las diferencias de ubicación del consabido “sermón” son demasiadas, como para que hubiera existido un texto original de este discurso.
¿Cuáles son estas diferencias? En Mateo, Jesús regresa del episodio de la tentación en el desierto e inicia su ministerio en Galilea. Y, justamente, una de las primeras cosas que hace es subir al monte y dar el famoso sermón. En cambio, aunque Lucas menciona el episodio de la tentación como preludio al ministerio de Jesús (igual que Mateo), es evidente que hay muchas más actividades en Galilea (incluso, varias que Mateo registra mucho más adelante). Pero hay más que eso: los relatos de Lucas 5.1-11, 5.12-16, 5.17-26, 6.1-5 y 6.6-11 anulan por completo cualquier secuencia cronológica posible. Hasta el final del capítulo 4 el relato se desarrolla como si todo hubiera sucedido en secuencia. Es lógico: es la historia del inicio del ministerio de Jesús. Sin embargo, a partir del capítulo 5 el texto toma forma de recuento de anécdotas, y los inicios de los pasajes citados (“Aconteció que estando Jesús junto al lago… sucedió que estando él en una de las ciudades… aconteció un día… aconteció en un día de reposo… aconteció también en otro día de reposo… en aquellos días…”) cancelan, simple y llanamente, la posibilidad de ubicar todos esos acontecimientos como parte del inicio del ministerio de Jesús.
Luego entonces, es muy difícil imaginar que en un documento arcaico (que podríamos seguir llamando Q, aunque en dimensiones mucho más pequeñas de las que se llegó a hablar) hubiese aparecido este “sermón” de Jesús como parte del relato sobre sus primeros hechos y dichos. De haber sido así, hubiera sido usado de un modo más o menos parecido por Mateo y Lucas, tal y como sí fueron usados el resto de pasajes que comparten dichos textos.
La probabilidad más alta es que estamos ante un discurso que, de un modo o de otro, llegó a manos de los redactores de los evangelios de Mateo y Lucas, sin mayor referencia que su propio contenido, y que, por lo mismo, cada grupo organizó como pudo o quiso.
Hay un punto más que comentar, que termina por descartar que se trate de un fragmento del documento Q: si bien Mateo y Lucas exponen los pasajes de este discurso en el mismo orden, llama la atención que en Mateo aparezcan múltiples interpolaciones, al punto que lo que Lucas expone en medio capítulo, Mateo expone en tres extensos capítulos.
¿Qué pudo haber pasado para que los redactores de Mateo decidieran incluir mucho material interrumpiendo la secuencia original? ¿No hubiera sido más lógico poner el discurso como tal —igual que Lucas— y luego anexar el resto del material? Parece que no, toda vez que es evidente que optaron por interpolar el material.
O, más bien, estamos ante un discurso que no fue conservado por escrito, sino de manera oral. Esa sería una alternativa más viable para asumir que en las iglesias de donde se recuperó el material que se transformó en parte de Mateo, con el paso de los años se fueron haciendo agregados a este discurso. Muchos de esos agregados fueron conocidos en las iglesias de la zona griega, pero nunca se interpolaron en el discurso, y por ello Lucas —y, eventualmente, quienes siguieron trabajando en su evangelio— conservó el discurso en una forma más próxima al original, mientras que el texto de Mateo terminó por incorporar todo material discursivo en un solo pasaje, incluyendo muchos fragmentos que no conoció Lucas ni quienes le dieron forma definida a su texto.
Una cosa es segura: el discurso es medianamente arcaico, o medianamente tardío, según se quiera ver. ¿A qué nos referimos con ello? A que pudo haberse incorporado a los evangelios de Mateo y Lucas a partir de las primeras décadas del siglo II. Es dudoso que dicho material hubiera llegado desde el siglo I a las iglesias griegas (para el texto de Lucas), debido a que en ese caso no hubiera tardado en darse a conocer en Roma, y de haber pasado eso también hubiera aparecido en el evangelio que, por esas épocas, también estaba cobrando su forma definitiva allí: Marcos.
El hecho de que no aparezca en este último prueba que dicho material, de origen seguramente palestiniense (de allí que Mateo lo use en abundancia) llegó a la zona griega durante la fase intermedia de confección de los tres evangelios de los que hemos estado hablando, y por ello es en la versión griega (Lucas) en la que aparece más compacto y reducido. En cambio, en la versión de Judea (Mateo), aparece sumamente elaborado y enriquecido con varios pasajes que, fuera de la zona, parece que ni siquiera se conocieron.
Y este es buen punto para volver a plantear la pregunta: ¿realmente fueron dichos de Jesús?
Me parece que es imposible contestar esa pregunta, tanto con un sí o con un no. Tan factible es que hayan sido dichos de Jesús, como que hayan sido dichos de la tradición rabínica, que en esos momentos estaban en pleno proceso de compilación del material que, hacia finales del siglo II, se convertiría en la Mishná, la primera parte del Talmud.
¿Es posible que material de la tradición farisea-rabínica fuera incorporado por las iglesias primitivas, suponiendo que si eran sentencias de un “sabio judío” sólo podían ser de Jesús? Veamos una comparación:

“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”. Mateo 6.7
“Rabí Shimón decía: se meticuloso en… la oración; y cuando reces, no hagas tu oración como rutina, sino como pedido de misericordia y rogativa ante D-os”. Pirkei Avot 2.18

"Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón". Mateo 5.28
"Cualquiera que mira con lujuria a una mujer es como el que tiene una relación ilícita con ella". Tratado Yomá 29a

Generalmente, este tipo de similitudes ha sido un argumento para suponer que ciertas enseñanzas de Jesús se parecían a las de la tradición farisea.
Pero, estrictamente hablando, estamos ante pasajes que fueron incorporados tardíamente a los textos de Mateo o Lucas, y lo único que podemos afirmar es que LOS PASAJES se asemejan, ideológicamente, a las enseñanzas fariseas.
Más allá de eso, no hay ninguna evidencia documental, y menos aún alguna base historiográfica, para sostener que dichos pasajes se remontan a Jesús de Nazareth.
El único modo de saber qué tantas probabilidades hay de que Jesús haya dicho tal o cual cosa, radica en comparar las frases en duda con el único discurso completo cuya base historiográfica nos permite asegurar que sí fue dicho por Jesús: el discurso apocalíptico de Mateo 24 / Marcos 13 / Lucas 21.
Y, más adelante, le dedicaremos una nota a ese tema específico.
En la siguiente nota enfocaremos otro problema que suele ser muy frecuente entre biblistas por no tomar en cuenta aspectos básicos de la historiografía.

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