abril 23, 2009

Onceavo Tema: ¿DE QUÉ TRATA EL EVANGELIO ORIGINAL?

Desde las primeras notas del blog, hemos tratado temas que incluyen algunos aspectos de la evolución del profetismo hebreo antiguo, el desarrollo y características de la Literatura Apocalíptica, el libro de Daniel, el Apocalipsis de Juan, y últimamente los Evangelios Sinópticos.
Llegados a este punto, un texto que hemos mencionado recurrentemente es el llamado Evangelio Original. Repasemos lo esencial sobre este texto:
1. No es un texto que se haya recuperado, por supuesto. De hecho, es muy factible que nunca se vaya a recuperar una copia de este libro; si se llegase a recuperar, además, sería muy complicado identificarlo.
2. ¿Por qué estamos seguros, entonces, de que existió? Porque los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas tienen evidencia suficiente para suponer que tuvieron un texto en común como antecedente. Este texto es, por llamarlo de algún modo, el Evangelio Original.
3. Mateo, Marcos y Lucas, tal y como los conocemos, no son tres versiones de la vida de Jesús hechas por tres personas diferentes, sino tres versiones diferentes del texto que originalmente habló sobre la vida de Jesús, y son el resultado de la evolución redaccional que este texto primigenio tuvo en tres diferentes ambientes: Mateo se desarrolló en Judea, Marcos en Roma y Lucas en el contexto de las iglesias griegas.
4. El Evangelio Original pudo haber estado escrito a mediados del siglo I DC. A partir de que empezó a traducirse al griego y se volvió patrimonio de las comunidades cristianas, empezó con el proceso de desarrolló que produjo las tres versiones mencionadas (Mateo, Marcos y Lucas) en un lapso de, aproximadamente, un siglo. Hacia la segunda mitad del siglo II, la estructura básica de dichas versiones ya estaba bien definida, y por ello autores cristianos como Ireneo de Lyón los citan frecuentemente.
5. La redacción definitiva —la que conocemos en el Nuevo Testamento— todavía tuvo que esperar hasta finales del siglo IV para quedar fija e inamovible.
La pregunta ahora es: ¿de qué trata ese Evangelio Original? Ya sabemos que habla sobre la vida de Jesús, pero también sabemos ahora que muchos de los aspectos que podríamos definir como “clásicos” sobre Jesús no estaban incluidos allí. Vamos a ver los más relevantes:
1. No hay ninguna referencia al nacimiento o la infancia de Jesús. El texto original debió iniciar de un modo muy similar al Evangelio de Marcos, que aborda directamente la escena del bautizo de Jesús. Dicho de otro modo: el autor del Evangelio Original no estaba “enterado” de ningún nacimiento milagroso ni de ninguna infancia “sorprendente”.
2. No estuvo incluido el Sermón del Monte, así que el panorama de enseñanzas de Jesús ofrecido es mucho más compacto de lo que tradicionalmente se ha creído.
3. No están incluidos muchos milagros de Jesús (como la sanidad del siervo de un Centurión, los ciegos y el mudo referidos en Mateo 9), por lo que podemos deducir que Jesús tampoco fue visto “tan milagroso” por su primer biógrafo como después sí lo fue por la tradición.
4. Tampoco están incluidas muchas frases célebres de Jesús, como el anuncio de persecuciones venideras de Mateo 10.16-25, por lo que también el panorama ideológico de Jesús es menos complejo de lo que generalmente se cree.
Volvemos a preguntar, entonces: ¿de qué se trata este texto?
Para empezar a contestar esa pregunta, vamos a remontarnos a la lista de pasajes que mencionamos en la nota “Tercer Tema: El Texto Probable del Evangelio Original” (Quinto Asunto), que son los que al encontrarse presentes en los tres Evangelios Sinópticos, muy factiblemente fueron los que formaron parte del Evangelio Original:
1. Ministerio de Juan el Bautista – Mateo 3.1-12 – Marcos 1.1-8 – Lucas 3.1-20
2. Bautismo de Jesús – Mateo 3.13-17 – Marcos 1.9-11 – Lucas 3.21-38
3. La tentación – Mateo 4.1-11 – Marcos 1.12-13 – Lucas 4.1-13
4. La partida a Galilea – Mateo 4.12-17 – Marcos 1.14-15 – Lucas 4.14-15
5. Ministerio en Kefar-najum – Mateo 8.14-17 - Marcos 1.21-34 – Lucas 4.31-41
6. Curación de un leproso – Mateo 8.1-4 - Marcos 1.40-45 – Lucas 5.12-16
7. Curación de un paralítico – Mateo 9.1-8 – Marcos 2.1-12 – Lucas 5.17-26
8. Llamamiento de Mateo Levi – Mateo 9.9-13 - Marcos 2.13-17 – Lucas 5.27-32
9. La pregunta sobre el ayuno – Mateo 9.14-17 - Marcos 2.18-22 – Lucas 5.33-39
10. Las espigas en día de reposo – Mateo 12.1-8 - Marcos 2.23-28 – Lucas 6.1-5
11. Curación de una mano seca – Mateo 12.9-14 - Marcos 3.1-6 – Lucas 6.6-11
12. La fama de Jesús – Mateo 12.15-21 – Marcos 3.7-12 – Lucas 6.17-19
13. Los doce apóstoles – Mateo 10.2-4 - Marcos 3.13-19 – Lucas 6.12-16
14. La casa dividida – Mateo 12. 23-45 (9.32-34) – Marcos 3.20-30 – Lucas 11.15-23
15. Los parientes de Jesús – Mateo 12.46-50 – Marcos 3.31-35 – Lucas 8.19-21
16. Parábola del Sembrador – Mateo 13.1-23 – Marcos 4.1-20 – Lucas 8.4-15
17. La mostaza – Mateo 13.31-32 – Marcos 4.30-32 – Lucas 13.18-19
18. La tempestad – Mateo 8.23-27 – Marcos 4.35-41 – Lucas 8.22-25
19. El endemoniado gadareno – Mateo 8.28-34 – Marcos 5.1-20 – Lucas 8.26-39
20. La hija de Yair – Mateo 9.18-26 – Marcos 5.21-43 – Lucas 8.40-56
21. Misión de los 12 – Mateo 9.35-10.15 – Marcos 6.7-11 – Lucas 9.1-5
22. Partida – Mateo 11.1 – Marcos 6.12-13 – Lucas 9.6
23. Muerte de Juan el Bautista – Mateo 14.1-12 – Marcos 6.14-29 – Lucas 9.7-9
24. Los cinco mil – Mateo 14.13-23 – Marcos 6.30-46 – Lucas 9.10-17
25. Demanda de señal – Mateo 16.1-4 – Marcos 8.11-13 – Lucas 12.54-56
26. En Cesarea de Filipo – Mateo 16.13-17.23 – Marcos 8.27-9.32 – Lucas 9.18-45
27. El mayor en el Reino – Mateo 13.1-5 – Marcos 9.33-37 – Lucas 9.46-48
28. Ocasiones de caer – Mateo 18.6-7, 21-22 – Marcos 9.42 – Lucas 17.1-4
29. La sal sin sabor – Mateo 5.13 – Marcos 9.50 – Lucas 14.34-35
30. Partida de Galilea – Mateo 19.1-2 – Marcos 10.1 – Lucas 9.51-56
31. Jesús y los niños – Mateo 19.13-15 – Marcos 10.13-16 – Lucas 18.15-17

32. El joven rico – Mateo 19.16-30 – Marcos 10.17-31 – Lucas 18.18-30
33. Jesús anuncia su muerte – Mateo 20.17-19 – Marcos 10.32-34 – Lucas 18.31-34
34. Curación de un ciego – Mateo 20.29-34 – Marcos 10. 46-52 – Lucas 18.35-43
35. En Jerusalén – Mateo 21.1-11 – Marcos 11.1-11 – Lucas 19.29-44
36. Purificación del Templo – Mateo 21.12-17 – Marcos 11.15-19 – Lucas 19.45-48
37. La autoridad de Jesús – Mateo 21.23-27 – Marcos 11.20-25 – Lucas 20.1-8
38. Los labradores malos – Mateo 21.33-46 – Marcos 12.1-12 – Lucas 20.9-19
39. Discusión – Mateo 22.15-23.12 – Marcos 12.13-40 – Lucas 20.20-40, 45-47
40. Discurso apocalíptico – Mateo 24.1-44 – Marcos 13.1-37 – Lucas 21.5-33
41. La conspiración – Mateo 26.1-5 – Marcos 14.1-2 – Lucas 22.1-2
42. La última cena – Mateo 26.14-35 – Marcos 14.10-31 – Lucas 23.3-38
43. La muerte de Jesús – Mateo 26.36-61 – Marcos 14.32-15.47 – Lucas 22.39-23.56
44. La resurrección – Mateo 28.1-10 – Marcos 16.1-8 – Lucas 24.1-12

Vamos organizando estas secciones en partes para facilitar su análisis. Podemos comenzar con una sección que abarca los temas 1-13, luego otra que abarque los temas 14-20, luego los temas 21-25, continúa con los temas 26-32, siguen 33-40, y concluye con los puntos 41-44.
Ahora explicaremos por qué hemos optado por esa subdivisión (tal y como lo hicimos en notas anteriores, vamos a seguir el orden dado por el Evangelio de Marcos, dado que es el que evidencia menos retoques estructurales).

Inicio del Ministerio de Jesús (1-13)

Esta es la parte introductoria de todo el libro. Inicia con la presentación de Juan el Bautista como un personaje importante, porque es un vínculo entre Jesús y la tradición profética judía. Vale la pena recalcar que el perfil de Juan el Bautista es netamente apocalíptico, al punto de que muchos han admitido que él pudo ser un Esenio-Qumranita. Jesús recibió un baño ritual bajo la tutela de Juan el Bautista (el término “bautizo” proviene del griego y su concepto más generalizado es, en realidad, cristiano; para los judíos este tipo de baños son más frecuentes de lo que los cristianos suelen suponer, y es un hecho que los Esenios-Qumranitas los practicaban de un modo particularmente frecuente, lo que refuerza la idea de un vínculo de Juan con esa secta). Una vez “purificado” (ese es el sentido del baño ritual judío), Jesús está listo para enfrentar una última prueba antes de empezar con su ministerio autónomo. Con ese objetivo, se traslada al “desierto” (un término que puede significar demasiadas cosas, y no sólo una ubicación geográfica) en donde es tentado por el diablo (otro término con demasiados significados). Superada la prueba, inicia su ministerio en Galilea, que incluye una serie de milagros y las bases de su enseñanza, así como la integración de su núcleo fundamental de discípulos.
¿Por qué hemos incluido todo esto en el primer punto? (Se podía haber puesto por separado los milagros y enseñanzas de Jesús, tal y como sí lo hacemos en los puntos 14-20). Porque es inevitable notar que el ciclo que inicia con el inicio del ministerio de Jesús bajo la tutela de Juan el Bautista, se cierra con el inicio del ministerio de los apóstoles bajo la tutela de Jesús. Y en medio se da una suerte de quiasmo (recuérdese el caso del libro de Daniel): el punto 4 nos habla de Jesús dirigiéndose a Galilea, lo mismo que el punto 12; los puntos 6-7 mencionan hechos milagrosos, lo mismo que 11; los puntos 8-10, como parte central, se refieren a discusiones en las que Jesús expone por primera vez sus puntos de vista divergentes con otros judíos.

Enseñanzas (14-17) y Milagros de Jesús (18-20)

Una nueva secuencia de dichos y hechos de Jesús se presenta en esta parte, acaso como parte complementaria del ministerio galileo de Jesús. Los temas son trascendentales: la naturaleza del movimiento que dirige Jesús (presentado como el discurso sobre una casa dividida), la naturaleza del vínculo que hay entre los que siguen a Jesús (presentado como el asunto de quiénes son su madre y sus hermanos), y luego las parábolas del sembrador y de la semilla de mostaza. En seguida, se mencionan otros tres milagros de Jesús: como calma una tempestad, como hace un exorcismo en Gadará, y como resucita a la hija de un judío importante (Yair).

Temas Varios (21-25)


Hemos puesto esta parte por separado ya que se trata de la que menos orden secuencial tiene. Se menciona una misión encomendada a los apóstoles (21), su partida de Galilea (22), la muerte de Juan el Bautista (23), el milagro de la alimentación de los cinco mil (24) y una discusión sobre la autoridad de Jesús (25).
¿A qué se puede deber la “irregularidad” de esta sección? Imposible dar una respuesta definitiva. Puede suceder que los relatos estén alterados en su orden; o peor aún: que estén alterados en su significado (si acaso los primeros traductores del Evangelio Original al griego no entendieron algún aspecto demasiado enfocado en la cultura judía, que resultaba ser el que le daba sentido a esta sección, y en su afán por darle lógica al texto lo alteraron, pudieron haber eliminado la clave para entender el sentido estructural de estos pasajes).

Parte Final del Ministerio de Jesús en Galilea (26-32)

Esta sección inicia con la confesión de Pedro sobre la identidad mesiánica de Jesús, con lo que inicia la parte final del ministerio en Galilea. Los siguientes tres pasajes son explicaciones de Jesús sobre tres temas que, en realidad, guardan una fuerte relación: primero zanja la cuestión sobre quién es el mayor en el Reino de los cielos (27), y luego sobre el riesgo de perderse de ese Reino, ya sea por traición (28) o por inutilidad (29).
Este mismo esquema se reproduce en los siguientes relatos: se menciona la partida de Galilea, y luego dos reflexiones de Jesús, esta vez contrastantes: la primera toma como punto de partida la aceptación mutua entre Jesús y un niño, y la segunda la fricción entre Jesús y un joven rico.

El Viaje y Llegada a Jerusalén (33-40)

Esta etapa no sólo inicia con un viaje, sino con una explicación de Jesús sobre los acontecimientos que tienen que suceder tan pronto llegue a Jerusalén. Al igual que al principio de su ministerio en Galilea, un milagro marca uno de los puntos de partida para esta nueva etapa en la vida de Jesús: la curación de un ciego (34). Este milagro es el preludio a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que es seguida por la purificación del Templo (35 y 36). En este punto se vuelve a discutir sobre la autoridad de Jesús (37; compárese con 25). ¿Acaso esta repetición tiene como origen un error editorial? De ser así, debe ser muy arcaico, porque los tres evangelios ubican en el mismo punto el pasaje que sería el “duplicado”, lo que implica que el Evangelio Original ya presentaba esta característica. Sin embargo, sería más fácil suponer que el pasaje “duplicado” es el anterior, presente en la sección que menos desarrollo lineal presenta. En cambio, aquí el pasaje está en un lugar bastante coherente, ya que después de la discusión sobre la autoridad de Jesús viene la parábola de los labradores malvados (38), que equivale al cuestionamiento que Jesús hace sobre la autoridad de sus contrincantes. Luego, otra discusión (39) en la que son tocados varios temas: tributos, resurrección, la esencia de la Ley y el sentido del Salmo 110, concluyendo con una acusación de Jesús contra los escribas.
Sigue uno de los pasajes más sólidos e interesantes, ya que las versiones ofrecidas por los tres Evangelios Sinópticos son casi idénticas. Nos referimos al discurso apocalíptico de Jesús, en el que anuncia como inminente una invasión de ejércitos enemigos a Jerusalén, después de lo cual vendrá el “fin de siglo” o Fin de los Tiempos, con el consecuente establecimiento del Reino de los Cielos.
Debe tenerse en cuenta que este discurso de Jesús está fuera de toda duda respecto a su autoría y su contenido. El hecho de que no haya variantes relevantes entre Mateo, Marcos y Lucas sostiene la idea de que el discurso estuvo presente en el Evangelio Original, y que debido a su importancia fue conservado lo más fielmente posible. Es un caso radicalmente opuesto al del Sermón del Monte: aquí no hay evidencias de una “reconstrucción” del sermón, o de que las partes que componen el discurso hayan sido tomadas de diversas fuentes. De todos los discursos largos ofrecidos por los Evangelios Sinópticos, este es el único que podemos aceptar como fidedigno tanto en su autoría (no cabe duda de que se remonta a Jesús de Nazareth) como en su contenido.

Arresto, Muerte y Resurrección de Jesús (41-47)

La última sección está integrada por el complejo relato del complot contra Jesús (41), la Última Cena (42), todo el proceso de arresto, juicio, ejecución (43), y la resurrección. Hay varios aspectos que llaman la atención de esta sección, porque es una de las más elaboradas redaccionalmente. ¿A qué nos referimos con estos? A que encontramos muchos detalles exclusivos de uno o dos evangelios, lo que significa que, aunque el relato fuese parte del Evangelio Original, muchos detalles no lo fueron. O dicho de otro modo: esta fue una de las secciones donde más agregados hicieron, seguramente a partir del siglo II, los copistas que eventualmente le dieron forma final al texto.
Veamos algunos ejemplos:
1. Mateo menciona que los principales sacerdotes acordaron darle 30 piezas de plata a Judas a cambio de entregar a Jesús. Sin embargo, ese dato no aparece ni en Marcos ni en Lucas. Mateo es quien, posteriormente, menciona que el asunto de las 30 piezas de platas era para que se cumpliera una profecía de Jeremías, que —por cierto— no existe, y que la única mención a esa cantidad de dinero se encuentra en Zacarías. Es evidente que fueron los redactores de Mateo quienes, al desconocer a detalle el texto de los profetas, confundieron aspectos de Zacarías con aspectos de Jeremías, y agregaron este detalle al texto del Evangelio para justificar el cumplimiento de una supuesta profecía. El hecho de Marcos y Lucas no mencionen el asunto ni por asomo evidencia que en el Evangelio Original tampoco existió el dato. Se podría argumentar que en el papiro Magdalena Gr-17 (acaso el fragmento más antiguo que tengamos de Mateo) ya están mencionadas las 30 monedas. Sin embargo, es improbable que este fragmento pertenezca a lo que podemos llamar Evangelio Original, y se trate, en cambio, de una fuente secundaria, ya que el relato allí contenido sólo aparece en Mateo y Marcos (sería un caso similar al de 7Q5). Se ha propuesto que dicho documento fue elaborado hacia principios del siglo I, aunque esa datación es muy cuestionable. De todos modos, bien puede datar de no mucho después de mediados de dicho siglo, y es un buen ejemplo para vislumbrar que el proceso de elaboración y recopilación de materiales sobre Jesús fue, desde un inicio, complejo y caótico.
2. En el relato de la Última Cena, Lucas reelabora el orden de las frases de Jesús. Mateo y Marcos mencionan que primero anunció que uno de los doce lo iba a traicionar, a lo que siguió la pregunta de “¿seré yo?” por parte de los apóstoles, y luego tomo la copa y el vino para recitar las bendiciones de Pascua y anunciar, con ello, una Nueva Alianza o Nuevo Pacto. Lucas organiza al revés el discurso: primero hace las bendiciones y luego anuncia la traición de Judas. Sin embargo, no hay demasiado problema por deducir el orden que debió tener el Evangelio Original: es evidente que Lucas ha procedido a reelaborar la escena para darle un mayor dramatismo a las palabras de Jesús.
3. Sucede exactamente lo mismo con el siguiente punto: el anuncio de la negación de Pedro. Sin embargo, llama la atención que en este caso la reelaboración de Lucas va mucho más lejos (es uno de los ejemplos más extremos). Mateo y Marcos mencionan, en idéntico orden, que Jesús y los apóstoles “cantaron el himno”, fueron al Monte de los Olivos, Jesús anunció que todos se escandalizarían y serían dispersos, y que después de su resurrección los esperaría en Galilea; entonces es cuando Pedro jura que él no se va a escandalizar, y Jesús le dice que antes de que el gallo cante (dos veces, según Marcos), lo negará tres. El pasaje concluye con la insistencia de Pedro en que no lo negaría, y la referencia a que los demás también decían lo mismo. En Lucas no hay nada de esto. Para él, la escena acontece en el mismo lugar donde realizaron la Cena, no en el Monte de los Olivos, y el discurso de Jesús es radicalmente distinto, ya que al único al que le habla es a Pedro: “Simón… he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo, pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Y Pedro contesta: “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Y entonces Jesús sentencia: “…el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que te conozco”. La comparación de estos textos nos ofrece demasiados problemas, porque el hecho de que Mateo y Marcos sean idénticos, no nos obliga a suponer que son los más cercanos a la versión del Evangelio Original. Para asumir ello, tendríamos que suponer que Lucas hizo una condensación muy radical del texto, pero ello se antoja improbable porque implicaría que Lucas eliminó muchos detalles relevantes (cosa que no acostumbra hacer; hay muchos casos en los que corrige, reordena o altera para acentuar el dramatismo, pero no elimina detalles relevantes), como la referencia a una profecía (“heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas”) o la instrucción de que, tras la resurrección, esperaría a los apóstoles en Galilea. ¿Qué podemos inferir, entonces? Que lo más probable es que Mateo y Marcos hayan obtenido su versión de una fuente secundaria. Muy dudosamente estaríamos hablando de una tradición oral, porque el hecho de que el texto aparezca prácticamente idéntico refuerza la idea de que hubo un texto escrito de por medio. Tomando ese referente (al que Lucas y sus copistas nunca tuvieron acceso), lo único que sucedió fue que los copistas de Marcos tergiversaron ligeramente el relato aumentando a dos las veces que Pedro negaría a Jesús (detalle irrelevante del todo). En cambio, Lucas o sus copistas o bien tuvieron acceso a otra fuente (que pudo ser una tradición oral), o bien agregaron de su propia inspiración las palabras con las que Jesús anuncia a Pedro su inminente negación. ¿Podemos entonces decir que el pasaje no existía en el Evangelio Original, y que es uno de los pocos ejemplos donde podemos decir que existieron fuentes diferentes para un mismo tema? No tan fácilmente, porque hay otro detalle que también llama la atención: aunque lo más lógico es que hubo, por lo menos, dos fuentes diferentes para este pasaje, lo cierto es que los tres evangelios lo colocan exactamente en el mismo punto. Y eso no es cualquier cosa. Nos obliga a sospechar que en el Evangelio Original sí hubo una referencia a que Jesús anunció la traición de Pedro, pero que seguramente no daba grandes detalles. Algo así como “Jesús anunció que Pedro le negaría esa noche”. Y que luego, disponiendo de versiones diferentes sobre el asunto, Mateo y Marcos elaboraron una versión y Lucas otra. Desde esta perspectiva, podemos inferir que la versión de Lucas no es un arrebato de inspiración, sino una referencia a una tradición (más probablemente oral) sobre ese episodio. Hay algo más: como ya se refirió, el hecho de que Mateo y Marcos nos ofrezcan versiones idénticas nos obligan a suponer que hubo un antecedente escrito de esta versión. Es muy dudoso que dicho antecedente fuera un texto sobre la negación de Pedro, exclusivamente. Es más probable que fuera un relato completo de la pasión de Jesús. Esto es un problema interesante, porque nos obliga a preguntarnos qué contenía ese relato. Además, no hay mucha evidencia para sustentar que existió un relato independiente que sólo conocieron Mateo y Marcos, porque entonces este tipo de diferencias con Lucas serían más frecuentes. Y no lo son. Resulta, entonces, más lógico suponer que la versión del Evangelio Original a la que tuvieron acceso Mateo y Marcos (o sus copistas posteriores) ya había incluido este relato procedente de una fuente secundaria. Dicho de otro modo: que hubo una versión B del Evangelio Original (esta idea ha sido frecuentemente aceptada por la crítica bíblica), lo cual nos obligaría a reestructurar sutilmente el proceso de elaboración de los tres Evangelios Sinópticos, ya que hay evidencias de que los copistas que se encargaron de darle forma final a Mateo, Marcos y Lucas trabajaron sobre versiones del Evangelio Original que ya presentaban añadidos. Sólo de ese modo se podría explicar por qué ninguno de los tres tiene la versión original, y Mateo y Marcos recuperan una versión cuyo antecedente debió estar ya escrito, mientras que Lucas refiere una arcaica tradición oral radicalmente diferente.
4. Esta compleja situación se extiende al siguiente relato: la oración de Jesús en Gethsemaní. Nuevamente, Mateo y Marcos nos dan una versión y Lucas otra. La mejor forma de asumirlas es suponer que Mateo y Marcos trabajaron sobre una copia del Evangelio Original en la que ya había interpolaciones, y que Lucas tuvo acceso a otras fuentes. Sin embargo, en este pasaje Lucas no ofrece una reelaboración radical del texto, por lo que es más probable que su versión sea la más cercana (si no es que idéntica) a la original.
5. Ya hemos hablado sobre el arresto de Jesús. Vale la pena recordar un detalle muy significativo: en los Evangelios Sinópticos jamás se menciona que fuera Pedro quien sacó la espada e hirió al siervo del Sumo Sacerdote; eso sólo lo menciona Juan. Además, sólo Lucas menciona que Jesús sanó al siervo herido, lo que hace evidente que, en el Evangelio Original, no hubo menciones respecto a eso.
6. Ya se mencionaron también, en una nota previa, las diferencias en el relato del juicio a Jesús y la negación de Pedro. El siguiente pasaje refiere el enfrentamiento de Jesús con Pilatos, y nuevamente encontramos las diferencias más relevantes en Lucas. Para Mateo y Marcos, sólo se mencionan las preguntas de Pilatos, el silencio de Jesús y la escueta referencia de que era acusado por los sacerdotes; Lucas, en cambio, menciona las acusaciones. Las diferencias son sensibles, pero no demasiado radicales, por lo que no es fácil decidir si nuevamente Mateo y Marcos son casi idénticos (salvo porque la redacción es más elaborada en Mateo) por estar basados en un posible Evangelio Original B, o si simplemente Lucas reelaboró el texto para reforzar el dramatismo. El aspecto que más llama la atención es, en realidad, otro: Mateo interrumpe el relato de la presentación de Jesús ante Pilatos para contar el modo en el que murió Judas. Esta es la única referencia en los Evangelios a dicho episodio, por lo que es evidente que se trata de una interpolación bastante posterior. De hecho, el que se presente interrumpiendo bruscamente un relato hace evidente que se trata de un añadido muy descuidado, razón por la cual es más fuerte la posibilidad de que haya sido de los últimos. Es tan tosco que no hay mucho que discutir: el Evangelio Original jamás habló de la muerte de Judas.
7. El relato sobre la sentencia de Jesús hecha por Pilatos es muy interesante. Nuevamente, Mateo y Marcos nos ofrecen una versión casi idéntica (hay mucha reelaboración redaccional en Mateo, pero no altera el orden del relato), y Lucas es el que más se distancia. Tampoco es muy fácil achacar esta situación a que Mateo y Marcos estén basados en una versión B del Evangelio Original. En realidad, puede ser una simple reelaboración de Lucas (que en este caso produce un texto más compacto) para justificar una interpolación que no aparece en los otros dos evangelios: la presentación de Jesús ante Herodes. Lo que es un hecho es que este relato no fue parte del Evangelio Original. Lucas lo obtuvo de alguna fuente secundaria (tal vez oral) y lo puso inmediatamente después de la presentación ante Pilatos. Luego, para darle fluidez al relato, alteró la primera parte del episodio de la sentencia de Jesús. Sólo la parte final nos hace sospechar que Mateo y Marcos dispusieron de una fuente distinta a Lucas (una versión B), ya que refiere que la guardia romana llevaron a Jesús al patio del pretorio, le desnudaron, lo vistieron de púrpura, lo saludaron burlonamente, lo azotaron, lo golpearon, le escupieron y le hicieron reverencias. Y hasta entonces lo prepararon para la crucifixión. Lucas no refiere nada de esto, lo que nos hace sospechar que en el Evangelio Original no existió un relato sobre las agresiones a Jesús previas a su ejecución.
8. Con todo, el detalle más significativo en ese pasaje nos lo da Mateo: toda la escena donde Pilatos se lava las manos y luego el pueblo judío clama “su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestra descendencia” es exclusiva de este texto, y no aparece ni siquiera un vestigio de nada semejante en el relato paralelo, que es el de Marcos. Queda claro, entonces, que se trata de una reelaboración del texto original, que no debió incluir nada de esto. ¿Estamos ante un posible añadido de la última fase de evolución del texto? Con ello nos referiríamos a un añadido imperial, del siglo IV. Tal vez: este es el texto en donde más queda claro el intento de Roma por distanciarse de la ejecución de Jesús (Pilatos lavándose las manos), y en el que, por lo mismo, con mayor claridad se responsabiliza al pueblo judío de una ejecución romana (de hecho, la cita que da origen al mito del pueblo deicida). Lo más lógico es suponer que este agregado se hizo en la fase en la que el cristianismo empezó a ser contemplado como parte del proyecto imperial de Constantino el Grande, razón suficiente para que el texto oficial del Corpus Sagrado no hiciera ninguna mención a que Jesús había sido ejecutado por el mismo imperio que en ese momento lo estaba asumiendo como su deidad única. No es fácil sustentar esta idea con la evidencia documental que tenemos. El papiro Chester Beatty P45 (el más antiguo que tenemos de los Evangelios Canónicos) contiene un fragmento de Mateo 25-26, pero no del capítulo que nos interesa en este punto (el 27), y data de la primera mitad del siglo II.
9. En el relato de la crucifixión vuelve a darse un paralelismo completo entre Mateo y Marcos, mientras que Lucas ofrece las mayores desviaciones. Del mismo modo, es evidente que la redacción en Mateo es más elaborada que en Marcos, aunque el único elemento extra relevante que aparece es la referencia de Mateo a que, en el momento en que Jesús expiró, muchos “santos” salieron de sus sepulcros y se aparecieron a los habitantes de Jerusalén (evidentemente, se trata de una interpolación tardía de carácter fantástico). Lucas agrega dos aspectos que intensifican, nuevamente, el dramatismo de la escena: primero pone en boca de Jesús una frase ominosa dirigida a las mujeres que lloraban por él (“hijas de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas…”), y luego añade el diálogo entre los dos ladrones crucificados junto a Jesús (con su célebre final de “hoy estarás conmigo en el paraíso”). Muy probablemente, ambos añadidos se derivan de tradiciones orales con las que se complementó el texto del Evangelio Original. La conclusión en Lucas es más escueta que en Mateo y Marcos, pero no tanto como para poder afirmar que las diferencias se deben, otra vez, a que aquellos se hubieran basado en la versión B del Evangelio Original y Lucas no. Las diferencias permanecen en un nivel en el que es factible que Lucas sólo haya pulido la redacción del pasaje, tras haber hecho dos inclusiones que aumentaran la intensidad del relato.
10. El relato de la sepultura de Jesús es bastante homogéneo entre los tres evangelios, lo que muestra que en este punto no hubo grandes diferencias respecto a las fuentes usadas. Curiosamente, en este pasaje Marcos es más elaborado en su redacción que Mateo, e incluso agrega que “Pilatos se sorprendió de que Jesús hubiera muerto tan pronto” (no es de extrañar: ya hemos mencionado que este evangelio puede considerarse la versión romana de la vida de Jesús, y en Roma sabían perfectamente que un crucificado no moría en cuestión de horas, sino de tres o cuatro días). Por su parte, al final del relato Lucas agrega que las mujeres que lo seguían (María Magdalena y María madre de José, según Marcos y Mateo) prepararon inciensos para el cuerpo (dato que, por lógica, descartamos que haya sido parte del texto original).
11. Los relatos relacionados con la Resurrección son los más disímiles de esta sección de los evangelios, y resulta sumamente difícil reconstruir cuantas fuentes fueron utilizadas para esto. Según Marcos, tres mujeres (María Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé) fueron al sepulcro para ungir el cadáver, e iban con la angustia de quién les removería la piedra que bloqueaba el acceso, aunque cuando llegan encuentran la tumba abierta. En cambio, Mateo no menciona a Salomé, pero menciona un terremoto que abre el sepulcro, de tal modo que cuando las mujeres llegan éste ya está abierto. Lucas sigue un poco la versión de Mateo, diciendo que cuando las mujeres llegaron el sepulcro ya estaba abierto, aunque no menciona el terremoto. Marcos concluye su relato mencionando que al entrar encontraron a un joven vestido de blanco que les dijo que Jesús esperaría a sus discípulos en Galilea, tal y como ya lo había anticipado. En cambio, en Mateo es el ángel que aparece con el terremoto el que les da la explicación a las mujeres (nótese que Marcos jamás dice que haya sido un ángel; sólo menciona que era un joven vestido de blanco, indumentaria muy común entre los Esenios-Qumranitas), y les da la instrucción de ir con los apóstoles para notificarles que deben ir a Galilea; sin embargo, al salir del sepulcro Jesús aparece a las mujeres. A todas luces, dicha aparición es un agregado posterior. Lucas, por su parte, tampoco menciona la aparición de Jesús, aunque sí menciona que el joven en el lugar es un ángel; muy en su estilo, agrega una frase muy elocuente de parte de este último. Pese a las diferencias, digamos que hasta este punto hay una cierta relación en el relato, lo cual coincide con el hecho de que las copias más antiguas de Marcos llegan hasta aquí. Las diferencias importantes vienen a partir de este punto: Marcos menciona una aparición a María Magdalena (probable influencia del evangelio de Juan), luego a dos discípulos (probable eco del evangelio de Lucas), y concluye con una aparición a los apóstoles en un lugar donde ellos estaban sentados a la mesa (un lugar cerrado, en consecuencia). El colofón es la mención de la ascensión. Mateo, en cambio, no menciona nada de esto. Sólo dice que la guardia romana que había cuidado el sepulcro fue sobornada para mentir, y luego recupera parte del relato de Marcos sobre la aparición a los apóstoles, pero lo ubica en Galilea. No menciona la ascensión. Lucas, por su parte, sólo menciona la aparición a los caminantes de Emaús (de la que hay un eco aparente en Marcos), y luego una aparición a los apóstoles, aunque esta se da en Jerusalén y Betania, lugar en donde se ubica la ascensión de Jesús. Digámoslo de un modo simple: no tiene pies ni cabeza. El hecho de que se presenten versiones tan diferentes de lo que sucedió después de la aparición de un joven o ángel a las mujeres que fueron al sepulcro es un serio reto historiográfico. Muchos cristianos tradicionalistas simplemente apelan a que “unos recordaron unas cosas y otros otras”, y que no hay contradicción entre los hechos, para luego dedicarse a hacer de cada pasaje un texto complementario a los demás. Esa solución parte de no entender en absoluto la naturaleza del problema documental que tenemos aquí: Mateo, Marcos y Lucas no son la perspectiva de tres autores diferentes sobre Jesús, sino tres versiones derivadas de un mismo documento. Por lo tanto, por mucho que con todos estos relatos se pueda hacer uno solo, el problema es otro: ¿de donde obtuvieron los redactores de cada evangelio estos relatos? Me parece que es imposible reconstruir el proceso. Acaso, la parte más fácil es la de Marcos, ya que hay una suerte de referencia a un relato de Lucas (los caminantes a Emaús) y a otro de Juan (la aparición a María Magdalena), por lo que es factible que se trate de un agregado moderadamente tardío como para intentar conciliar este texto con los otros dos. Lo más simple es asumir que todos estos relatos provienen de la tradición oral, y además de modo muy ambiguo, y por ello las libertades con las que cada quien los reelaboró. Dicho de otro modo, los relatos sobre las apariciones de Jesús no parecen proceder de ninguna fuente documental escrita, sino del ideario popular del cristianismo más primitivo.

Es muy difícil resumir de qué trataba el Evangelio Original. Lo más que podemos afirmar es que su contenido en general fue mucho más sencillo de lo que encontramos en los Evangelios Sinópticos.
Según el texto original, Jesús no hizo tantos milagros ni dio tantos discursos, ni se apareció a sus seguidores después de la resurrección.
Pero reconstruir el mensaje original es bastante más complejo. Para empezar, en la próxima nota vamos a abordar la característica más evidente del posible Evangelio Original: el perfil apocalíptico, mismo que lo pone en relación con el esquema de ideas de la secta Esenia-Qumranita.

abril 18, 2009

Décimo Tema: 7Q5 O LA IMPERICIA DE LOS BIBLISTAS

Entre 1947 y 1955 fueron desenterrados la mayoría de los fragmentos que hoy conocemos como Rollos del Mar Muerto. Hasta la fecha, se estima que incluyen cerca de 900 obras literarias distintas, la mayoría pertenecientes a la secta Esenis-Qumranita. Casi una cuarta parte de las mismas son copias de textos bíblicos; otro elevado porcentaje, fragmentos de libros que no fueron incluidos en la Biblia, pero que ya se conocían (como Enok, los Jubileos o el Documento de Damasco); pero lo interesante ha sido que un gran porcentaje de los textos allí recuperados eran desconocidos del todo.
Son muy pocos los documentos que se han podido recuperar en un buen estado de conservación. Generalmente, los Rollos del Mar Muerto son apenas fragmentos que componen un monstruoso rompecabezas que, pese a los grandes avances científicos que se han logrado para su investigación, sigue siendo todo un reto poder armar.
Por ello, miles de fragmentos siguen esperando su turno de poder recuperar su lugar para entonces podamos encontrar el sentido de lo que dicen.
En 1972, el papirólogo catalán Josep O’Callaghan (1922-2000) publicó los resultados de una investigación en la que había logrado identificar el fragmento llamado 7Q5 como un párrafo del Evangelio de Marcos (6.52-53).
Naturalmente, la tormenta no se hizo esperar, y durante los años siguientes, la tesis de O’Callaghan fue sistemáticamente desaprobada por la mayoría de los biblistas avocados al estudio de los Rollos del Mar Muerto (especial intensidad tuvieron las objeciones del Padre Emile Puech, uno de los más destacados eruditos en la materia).
¿La razón? Resulta difícil de definir. El paso de los años ha confirmado que no es una razón técnica, sino una resistencia casi atávica para admitir que un texto del Nuevo Testamento pudiera estar incluido en Qumrán.
¿Por qué nos atrevemos a plantear las cosas en ese tenor? Porque todas las objeciones técnicas fueron, simplemente, refutadas de modo incuestionable por O’Callaghan y quienes fueron aceptando su teoría. Veamos las objeciones:
1. La más aguda objeción es que la antigüedad de los papiros de la cueva 7 son anteriores al año 50, lo cual hace que sea difícil incluir textos neotestamentarios en griego (idioma en el que está escrito 7Q5).
2. Emile Puech, junto con E. A. Muro, identificaron el fragmento como parte del Apócrifo de Enok.
3. Daniel B. Wallace argumentó, por su parte, que el fragmento era demasiado pequeño y en demasiado mal estado como para ser identificable; recalcó, además, lo improbable que era que el Evangelio de Marcos estuviera escrito antes del año 68, y rechazó que los Esenios tuvieran algún interés en conservar documentos cristianos, toda vez que a ambos grupos los separaban diferencias irreconciliables.
4. Boismard y Metzger, otro par de eruditos, objetaron que para que la tesis de O’Callaghan cuadrara, se tenía que dar por sentado que una letra muy borrosa del texto era una “n”, misma que podía afectar todo el sentido del texto.
5. Otra objeción tuvo que ver con un aspecto ortográfico, debido a que la tesis de O’Callaghan daba por hecho que en algunas palabras se podía usar “t” o “d” indistintamente, lo cual también afectaba el sentido del texto.
6. Kurt Aland, otro especialista en la materia, presentó tres artículos “desbaratando” la teoría de O’Callaghan, y en uno de ellos recurrió a una compleja investigación por ordenador, la cual —según él— demostró que era imposible identificar 7Q5 con el pasaje en cuestión de Marcos.
Pero hubo un detalle muy significativo: pese a la oposición de los biblistas en general, poco a poco O’Callaghan fue recibiendo el apoyo de las principales autoridades en papirología, materia que, en términos estrictos, es la encargada de una investigación de ese tenor. Entre otros, O’Callaghan fue apoyado en sus procesos metodológicos y conclusiones por Orsolina Montevecchi, Carsten Peter Thiede, Herber Hunger y Marta Sordi.
¿Por qué aceptaron la identificación hecha por O’Callaghan? En primer lugar, porque no objetaron ningún aspecto del método de trabajo del jesuita catalán. Y en segundo, porque las objeciones resultaron, en realidad, demasiado subjetivas. Vamos por partes:
1. El hecho de que los papiros de la cueva 7 sean anteriores al año 50 hace difícil, pero no imposible la identificación con Marcos. Por ejemplo, si retomamos la objeción de Wallace, hay que hacer notar que en el año 68 ni siquiera estaba completa la forma definitiva del evangelio de Marcos. Eso, en realidad, sólo se dio hasta bien entrado el siglo II, y la redacción definitiva y oficial sólo puede ser corroborada a partir ¡del siglo IV! En cambio, es un hecho que cada evangelio surgió como parte de un complejo proceso, y no hay nada que nos obligue a suponer que en el año 50 no se había iniciado ya.
2. Emile Puech y E. A. Muro nunca pudieron comprobar la identificación de 7Q5 con un fragmento de cualquier texto relacionado con Enok. Por el contrario: la base de datos Ibycus, en la cual está incluida toda la literatura en griego antiguo conocida hasta la fecha, no logró relacionar el fragmento 7Q5 con ningún otro texto conocido, y eso incluye a Enok y sus diferentes textos relacionados.
3. Hay algo más: en una sorprendente “libertad” metodológica, es un hecho bien sabido que ni Puech ni Muro trabajaron directamente sobre el fragmento de papiro, asunto que tampoco pareció importarle al erudito Florentino García Martínez que dio por buena la identificación de Puech y Muro, descartando automáticamente la de O’Callaghan. Sin embargo, los más destacados papirólogos han apoyado la tesis de O’Callaghan, y descartado la de Puech y Muro.
4. No hay mucho que objetar sobre el tamaño del papiro y las pocas letras que contiene. Muchos fragmentos más pequeños y/o más dañados han sido perfectamente identificados sin que nadie ponga objeciones.
5. La objeción de Boismard y Metzger ha sido totalmente refutada, ya que la ciencia moderna ha podido demostrar que la letra en cuestión es “n”, tal y como O’Callaghan había sostenido desde un principio. Por su parte, la objeción respecto al intercambio de “t” y “d” en algunas palabras del hebreo antiguo (aún en sus traducciones al arameo y al griego) también quedó superada al comprobarse que dicho intercambio sí era algo frecuente.
6. Probablemente, el caso más patético de todos haya sido el de Kurt Aland. Antes de morir, había caído en el desprestigio académico después de que otro grupo de especialistas demostrara que sus prodedimientos metodológicos fueron completamente incorrectos, e incluso se le acusara de haber falseado los datos arbitrariamente.
7. El programa Ibycus comparó el fragmento 7Q5 con una base de datos de literatura en griego que incluye 42 millones de palabras (y que incluye la literatura sobre Enok, para molestia de Puech y Muro). El resultado fue contundente: 7Q5 sólo corresponde con Marcos 6.52-53.
La controversia sigue abierta, y en la actualidad, la principal objeción tiene que ver con un argumento bastante sutil, pero mejor diseñado que las objeciones técnicas que, en años anteriores, simplemente fracasaron.
El argumento es simple: no hay modo de considerar un contacto entre los qumranitas y el cristianismo. Se puede discutir mucho sobre el tema, especialmente por los aspectos en los que ciertas partes del Nuevo Testamento se acercan a las ideas qumranitas (tema del que ya hablaremos), pero es un hecho que, en términos generales, para cuando el cristianismo como tal empezó su verdadero desarrollo, Qumrán ya era historia.
Ir más allá de esta objeción es, por el otro lado, sólo un síntoma que fue muy evidente en varios especialistas: el punto no era que no se pudiera identificar 7Q5 con el evangelios de Marcos (los papirólogos aceptaron que sí era posible); el punto fue que NO QUISIERON aceptarlo.

¿Qué es lo que sucede con el caso de 7Q5? Que expone los aspectos más frágiles en los estudios sobre la materia. Por un lado, una identificación altamente probable que fue rechazada sólo porque, en términos muy simples, incomodó a los eruditos. Pero, por el otro, la cada vez más confirmada idea de que el cristianismo fue un fenómeno muy ajeno a los Esenios-Qumranitas.
¿Dónde se encuentra el meollo del asunto?
En la poca honestidad intelectual (no encuentro otro modo para llamarlo) a la hora de tomar en cuenta las aportaciones de la historiografía neotestamentaria. Vamos punto por punto:
1. El Evangelio de Marcos (o cualquier otro) no fue escrito en una sola sentada, por decirlo de modo coloquial. Fue resultado de un extenso proceso que duró, por lo menos, un siglo para darle su forma definitiva en cuanto a estructura, y dos siglos más para llegar a la redacción final.
2. Este dato es importante (y nadie en la discusión sobre 7Q5 lo tomó muy en cuenta), porque nos obliga a asumir que no estamos tratando de identificar un fragmento del Evangelio de Marcos, sino de uno de los probables estadios arcaicos de dicho texto.
3. O seamos más precisos al respecto: no deberíamos estar hablando del Evangelio de Marcos, sino del Evangelio Original. Hacia el año 50, el único texto que pudo haber estado escrito fue este documento que luego fue la base para la elaboración de Mateo, Marcos y Lucas.
4. Este punto, por sí mismo, demuestra que TODA LA DISCUSIÓN SOBRE 7Q5 HA SIDO UNA DISCUSIÓN FALAZ.
5. Peor aún: Marcos 6.53 tiene su paralelo en Mateo 14.34, pero no tiene equivalente en Lucas. ¿Qué significa esto? Que el pasaje en cuestión no fue parte del Evangelio Original, sino de la fuente que sólo compartieron Mateo y Marcos, una fuente secundaria. Y cabe la posibilidad de que, originalmente, dicha fuente ni siquiera hablara de Jesús.
¿Qué es lo que tenemos en 7Q5, entonces? En definitiva, no es un fragmento del Evangelio de Marcos, porque lo cierto es que hacia mediados del siglo I ese texto todavía no estaba elaborado. De hecho, faltaba cerca de un siglo para que quedara estructuralmente definido, y trescientos años para que llegara a su redacción definitiva.
Tampoco tenemos un fragmento del Evangelio Original, el único que texto sobre Jesús que pudo haber estado ya elaborado para esas épocas.
Lo que tenemos es un texto en griego que, por alguna razón, le resultó significativo a los Esenios-Qumranitas, al grado de que conservaron una copia. ¿De qué trataba dicho texto? Imposible saberlo. Lo único que podemos asegurar es que, durante el transcurso de los siguientes cien años, dos grupos cristianos dispusieron del mismo y decidieron integrarlo al relato del Evangelio Original, por lo que quedó plasmado en los textos que hoy conocemos como Marcos y Mateo.
Esta es la única prueba existente, hasta el momento, de que algunas de las fuentes secundarias para la evolución de los Evangelios Sinópticos sí fueron fuentes escritas.
Pero nada más.
Ante esta situación, resulta irrelevante discutir si un fragmento cristiano pudo estar en Qumrán. Acaso, la discusión debería ser cómo pudo un fragmento Qumranita llegar a los textos cristianos (aquí no estamos hablando de similitudes en las ideas de unos y otros, sino de un texto específico recuperado entre los Rollos del Mar Muerto y que luego reaparece en dos evangelios).
Curiosamente, ese punto no resulta tan difícil de explicar. En realidad, mucha literatura fácilmente vinculable con Qumrán llegó al Nuevo Testamento. En la sección sobre apocalíptica, ya vimos el caso de los textos que eventualmente se transformaron en el Apocalipsis de Juan. Por su estilo literario y su contenido ideológico, es definitivo que tuvieron que estar vinculados con los qumranitas.
¿Por qué podemos asegurar algo tan categórico? Porque el estilo es apocalíptico, y los únicos que cultivaron el apocalipticismo en ese nivel fueron los Esenios-Qumranitas.
En el próximo texto vamos a avocarnos a recuperar un elemento muy importante del Evangelio Original: su perfil apocalíptico.
Hecho que, guste o no, lo vincula con Qumrán.

Noveno Tema: EL SERMÓN DEL MONTE

Probablemente, el Sermón del Monte sea el discurso más famoso que el Nuevo Testamento atribuye a Jesús. De hecho, dentro de los evangelios sinópticos sólo hay dos discursos dados por Jesús que puedan definirse como “grandes”: uno es el discurso apocalíptico registrado en Mateo 24 / Marcos 13 / Lucas 21, y el otro es el Sermón del Monte (el evangelio de Juan registra varios discursos extensos de Jesús, pero en los sinópticos tal situación es, más bien, extraña, razón por la cual el Sermón del Monte resulta notablemente importante).
Pero hay una característica curiosa respecto a este discurso: siendo tan importante (o por lo menos aparentándolos), sólo Mateo y Lucas lo registran, y de un modo muy diferente.
La versión clásica es la de Mateo, y se encuentra en los capítulos 5, 6 y 7. En cambio, en Lucas la versión es mucho más reducida: apenas el pasaje de Lucas 6.20-49. otros pasajes del resto del material dado por Mateo están dispersas en varios capítulos de Lucas, sin conexión alguna. Además, en Mateo es muy claro que Jesús sube a un monte para dar este sermón (de allí su nombre); en cambio, en Lucas desciende a un valle. La explicación más socorrida por los tradicionalistas para explicar tanto las diferencias de contenido como las de ubicación, es demasiado infantil: Jesús dio dos sermones distintos, aunque parecidos. Uno en el monto, otro en el valle; uno largo, otro corto.
Ya hemos visto que la evidencia apunta a que ninguno de los dos evangelios es un texto elaborado por alguien que se estuviera basando en sus recuerdos (Mateo) o sus investigaciones (Lucas), sino textos complejos que tomaron como punto de partida un arcaico documento, y que en el proceso fueron incorporando materiales de diversos orígenes.
En este panorama ¿Qué podemos decir del Sermón del Monte?
Sonará radical, pero me parece que no hay otra alternativa: Jesús nunca pronunció ese discurso. Vamos por partes.
El primer punto es más que seguro: el evangelio original sobre Jesús no incluyó nada parecido al Sermón del Monte. Esto queda fuera de toda duda porque el pasaje está totalmente ausente del evangelio de Marcos (de hecho, uno de los aspectos que hacían relevante la idea de un documento Q era que allí habría estado la versión original del Sermón del Monte).
El segundo punto es igualmente contundente, aunque más difícil de aceptar para los tradicionalistas: el hecho de que el material que Mateo incorpora en un solo discurso esté repartido de un modo arbitrario en Lucas, demuestra que dicho material no proviene de una sola fuente.
Aunque asumamos que dicho material proviene de Jesús (en realidad, no hay nada que nos obligue a asumirlo, y sobre este punto ahondaremos en notas próximas), es imposible asumir que fue dicho en una sola sesión. Los redactores del evangelio de Mateo así lo organizaron; los de Lucas no. Tenemos dos opciones para interpretar dicha diferencia: o bien Jesús dio el discurso, Mateo lo conservó y, por alguna extraña razón, los que trabajaron en el texto de Lucas decidieron descomponerlo, o bien el material llegó de muy diversas fuentes, y cada grupo de redactores lo organizó como le pareció mejor: los de Mateo, en un solo discurso; los de Lucas, en varios.
A todas luces es evidente que esta última posibilidad es la más verosímil, por donde guste enfocarse.
Tomando en cuenta el orden de Mateo, veamos donde se encuentran los pasajes correspondientes en Lucas:

1. Las Bienaventuranzas (Mateo 5.1-12; Lucas 6.20-23).
2. La Sal de la Tierra (Mateo 5.13).
3. La Luz del Mundo (Mateo 5.14-16).
4. Postura de Jesús ante la Ley (Mateo 5.17-20).
5. La ira (Mateo 5.21-26; Lucas 12.57-59).
6. El adulterio (Mateo 5.27-30).
7. El divorcio (Mateo 5.31-32).
8. Los juramentos (Mateo 5.33-37).
9. El amor a los enemigos (Mateo 5.38-48; Lucas 6.27-36).
10. La limosna (Mateo 6.1-4).
11. La oración y el Padrenuestro (Mateo 6.5-15; Lucas 11.2-4).
12. El ayuno (Mateo 6.16-18).
13. Los Tesoros en el Cielo (Mateo 6.19-21; Lucas 12.32-34).
14. La Lámpara del Cuerpo (Mateo 6.22-23; Lucas 11.33-36).
15. Las riquezas (Mateo 6.24; Lucas 16.13).
16. La ansiedad (Mateo 6.25-34; Lucas 12.22-31).
17. Los juicios (Mateo 7.1-6; Lucas 6.37-38, 41-42).
18. La Regla de Oro (Mateo 7.7-12; Lucas 11.9-13; 6.31).
19. La Puerta Estrecha (Mateo 7.13-14; Lucas 13.24).
20. El Fruto del Árbol (Mateo 7.15-20; Lucas 6.43-44).
21. Para entrar al Reino de los Cielos (Mateo 7.21-23; Lucas 13.25-27).
22. El Cimiento de la Casa (Mateo 7.24-29; Lucas 6.46-49).

El primer punto que llama la atención es que ocho de los pasajes no están incluidos en Lucas, lo que evidencia que pertenecieron a una o varias fuentes a las que no tuvieron acceso ni Lucas ni los posteriores copistas que reelaboraron su libro.
Lo siguiente es el tamaño tan diferente en algunos casos: las bienaventuranzas abarcan doce versículos de Mateo, pero sólo cuatro en Lucas; el discurso sobre la oración y el Padre Nuestro abarcan once versículos de Mateo, y sólo tres en Lucas; la parábola del árbol y sus frutos se extienden a seis versos en Mateo, y sólo dos en Lucas.
Finalmente, está el punto del orden. Fuera de los pasajes que en Lucas aparecen en el capítulo seis, todo lo demás está en un orden imposible de identificar como una sola estructura discursiva.
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que si sólo comparamos los pasajes correspondientes a Lucas 6, el orden es el mismo que en Mateo, aunque se reparta a lo largo de tres capítulos. Es muy probable, por lo tanto, que sólo en esos casos Mateo y Lucas hayan hecho uso de una misma fuente. Desde esa perspectiva, podríamos decir que Lucas conserva la forma original de un probable discurso, que comprendería los siguientes temas:

1. Las Bienaventuranzas (Mateo 5.1-12; Lucas 6.20-23).
2. El amor a los enemigos (Mateo 5.38-48; Lucas 6.27-36).
3. Los juicios (Mateo 7.1-6; Lucas 6.37-38, 41-42).
4. El Fruto del Árbol (Mateo 7.15-20; Lucas 6.43-44).
5. El Cimiento de la Casa (Mateo 7.24-29; Lucas 6.46-49).
En el caso de las Bienaventuranzas y el Fruto del Árbol, la versión más próxima al original sería la de Lucas, a todas luces la más compacta.
¿Fue esto un discurso dado por Jesús? Tal vez. De hecho, ya muchos biblistas han señalado que Lucas 6.20-49 nos ofrece un relato más anecdótico y menos teológico sobre el asunto, a diferencia de Mateo, en donde se hace evidente una compleja elaboración.
De todos modos, suponer que esta fuente secundaria de treinta versículos debe remontarse hasta Jesús es demasiado. Lo más que podemos asumir es que fue un texto bien definido. ¿Parte del documento Q? No me parece probable, porque las diferencias de ubicación del consabido “sermón” son demasiadas, como para que hubiera existido un texto original de este discurso.
¿Cuáles son estas diferencias? En Mateo, Jesús regresa del episodio de la tentación en el desierto e inicia su ministerio en Galilea. Y, justamente, una de las primeras cosas que hace es subir al monte y dar el famoso sermón. En cambio, aunque Lucas menciona el episodio de la tentación como preludio al ministerio de Jesús (igual que Mateo), es evidente que hay muchas más actividades en Galilea (incluso, varias que Mateo registra mucho más adelante). Pero hay más que eso: los relatos de Lucas 5.1-11, 5.12-16, 5.17-26, 6.1-5 y 6.6-11 anulan por completo cualquier secuencia cronológica posible. Hasta el final del capítulo 4 el relato se desarrolla como si todo hubiera sucedido en secuencia. Es lógico: es la historia del inicio del ministerio de Jesús. Sin embargo, a partir del capítulo 5 el texto toma forma de recuento de anécdotas, y los inicios de los pasajes citados (“Aconteció que estando Jesús junto al lago… sucedió que estando él en una de las ciudades… aconteció un día… aconteció en un día de reposo… aconteció también en otro día de reposo… en aquellos días…”) cancelan, simple y llanamente, la posibilidad de ubicar todos esos acontecimientos como parte del inicio del ministerio de Jesús.
Luego entonces, es muy difícil imaginar que en un documento arcaico (que podríamos seguir llamando Q, aunque en dimensiones mucho más pequeñas de las que se llegó a hablar) hubiese aparecido este “sermón” de Jesús como parte del relato sobre sus primeros hechos y dichos. De haber sido así, hubiera sido usado de un modo más o menos parecido por Mateo y Lucas, tal y como sí fueron usados el resto de pasajes que comparten dichos textos.
La probabilidad más alta es que estamos ante un discurso que, de un modo o de otro, llegó a manos de los redactores de los evangelios de Mateo y Lucas, sin mayor referencia que su propio contenido, y que, por lo mismo, cada grupo organizó como pudo o quiso.
Hay un punto más que comentar, que termina por descartar que se trate de un fragmento del documento Q: si bien Mateo y Lucas exponen los pasajes de este discurso en el mismo orden, llama la atención que en Mateo aparezcan múltiples interpolaciones, al punto que lo que Lucas expone en medio capítulo, Mateo expone en tres extensos capítulos.
¿Qué pudo haber pasado para que los redactores de Mateo decidieran incluir mucho material interrumpiendo la secuencia original? ¿No hubiera sido más lógico poner el discurso como tal —igual que Lucas— y luego anexar el resto del material? Parece que no, toda vez que es evidente que optaron por interpolar el material.
O, más bien, estamos ante un discurso que no fue conservado por escrito, sino de manera oral. Esa sería una alternativa más viable para asumir que en las iglesias de donde se recuperó el material que se transformó en parte de Mateo, con el paso de los años se fueron haciendo agregados a este discurso. Muchos de esos agregados fueron conocidos en las iglesias de la zona griega, pero nunca se interpolaron en el discurso, y por ello Lucas —y, eventualmente, quienes siguieron trabajando en su evangelio— conservó el discurso en una forma más próxima al original, mientras que el texto de Mateo terminó por incorporar todo material discursivo en un solo pasaje, incluyendo muchos fragmentos que no conoció Lucas ni quienes le dieron forma definida a su texto.
Una cosa es segura: el discurso es medianamente arcaico, o medianamente tardío, según se quiera ver. ¿A qué nos referimos con ello? A que pudo haberse incorporado a los evangelios de Mateo y Lucas a partir de las primeras décadas del siglo II. Es dudoso que dicho material hubiera llegado desde el siglo I a las iglesias griegas (para el texto de Lucas), debido a que en ese caso no hubiera tardado en darse a conocer en Roma, y de haber pasado eso también hubiera aparecido en el evangelio que, por esas épocas, también estaba cobrando su forma definitiva allí: Marcos.
El hecho de que no aparezca en este último prueba que dicho material, de origen seguramente palestiniense (de allí que Mateo lo use en abundancia) llegó a la zona griega durante la fase intermedia de confección de los tres evangelios de los que hemos estado hablando, y por ello es en la versión griega (Lucas) en la que aparece más compacto y reducido. En cambio, en la versión de Judea (Mateo), aparece sumamente elaborado y enriquecido con varios pasajes que, fuera de la zona, parece que ni siquiera se conocieron.
Y este es buen punto para volver a plantear la pregunta: ¿realmente fueron dichos de Jesús?
Me parece que es imposible contestar esa pregunta, tanto con un sí o con un no. Tan factible es que hayan sido dichos de Jesús, como que hayan sido dichos de la tradición rabínica, que en esos momentos estaban en pleno proceso de compilación del material que, hacia finales del siglo II, se convertiría en la Mishná, la primera parte del Talmud.
¿Es posible que material de la tradición farisea-rabínica fuera incorporado por las iglesias primitivas, suponiendo que si eran sentencias de un “sabio judío” sólo podían ser de Jesús? Veamos una comparación:

“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”. Mateo 6.7
“Rabí Shimón decía: se meticuloso en… la oración; y cuando reces, no hagas tu oración como rutina, sino como pedido de misericordia y rogativa ante D-os”. Pirkei Avot 2.18

"Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón". Mateo 5.28
"Cualquiera que mira con lujuria a una mujer es como el que tiene una relación ilícita con ella". Tratado Yomá 29a

Generalmente, este tipo de similitudes ha sido un argumento para suponer que ciertas enseñanzas de Jesús se parecían a las de la tradición farisea.
Pero, estrictamente hablando, estamos ante pasajes que fueron incorporados tardíamente a los textos de Mateo o Lucas, y lo único que podemos afirmar es que LOS PASAJES se asemejan, ideológicamente, a las enseñanzas fariseas.
Más allá de eso, no hay ninguna evidencia documental, y menos aún alguna base historiográfica, para sostener que dichos pasajes se remontan a Jesús de Nazareth.
El único modo de saber qué tantas probabilidades hay de que Jesús haya dicho tal o cual cosa, radica en comparar las frases en duda con el único discurso completo cuya base historiográfica nos permite asegurar que sí fue dicho por Jesús: el discurso apocalíptico de Mateo 24 / Marcos 13 / Lucas 21.
Y, más adelante, le dedicaremos una nota a ese tema específico.
En la siguiente nota enfocaremos otro problema que suele ser muy frecuente entre biblistas por no tomar en cuenta aspectos básicos de la historiografía.

abril 15, 2009

Octavo Tema: LAS FUENTES DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS

Teniendo más claridad respecto al tema del documento Q, es buen momento para mencionar otros detalles sobre las fuentes secundarias que fueron utilizadas en el proceso de conformación de los Evangelios Sinópticos.
El punto es que no nada más hay material compartido por Mateo y Lucas y ausente en Marcos. El panorama, en realidad, es más complejo que eso.
Por lo menos, podemos identificar siete diferentes tipos de fuente de material utilizadas en el proceso de elaboración de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Son las siguientes:
1. Un Evangelio Original escrito hacia mediados del siglo I, mismo que puede ser semi-recuperable por medio de la comparación del material que encontramos presente en Mateo, Marcos y Lucas. Esta sería la única fuente que podemos definir como un documento concreto.
2. Una serie de relatos sobre Jesús (o atribuidos a Jesús) a los que sólo tuvieron acceso los copistas que trabajaron sobre Mateo y Lucas, y que en algún momento sugirieron la idea de la existencia de un documento Q. Como ya vimos, resulta imposible asegurar que hubo un documento concreto. Lo más factible es que hayan sido tradiciones orales bien arraigadas en algunas comunidades cristianas, y que fueron incorporadas a los Evangelios de Mateo y Lucas durante la parte final del siglo I y la primera mitad del siglo II.
3. Un caso similar, pero concerniente a los evangelios de Mateo y Marcos.
4. Otro caso similar, concerniente a los evangelios de Marcos y Lucas.
5. Otra serie de relatos que sólo fueron conocidos por los redactores de Mateo.
6. Otro caso equivalente, pero para el texto de Marcos.
7. Otro caso equivalente, pero para el texto de Lucas.
Justamente, esta es la realidad que nos muestra que no pudo haber existido un documento Q. De haber sido así, el panorama sería mucho menos complejo. Por ejemplo: si Marcos hubiera sido el punto referencial más importante, y el secundario el documento Q, no habría razones para que Marcos tuviera material exclusivo, y menos aún para que Marcos compartiera algún material exclusivo con Mateo, y otro con Lucas.
El material de los Evangelios Sinópticos correspondiente a cada tipo de fuente es el siguiente:

Mateo, Marcos y Lucas (Texto Original)

1. Ministerio de Juan el Bautista – Mateo 3.1-12 – Marcos 1.1-8 – Lucas 3.1-20
2. Bautismo de Jesús – Mateo 3.13-17 – Marcos 1.9-11 – Lucas 3.21-38
3. La tentación – Mateo 4.1-11 – Marcos 1.12-13 – Lucas 4.1-13
4. La partida a Galilea – Mateo 4.12-17 – Marcos 1.14-15 – Lucas 4.14-15
5. Ministerio en Kefar-najum – Mateo 8.14-17 - Marcos 1.21-34 – Lucas 4.31-41
6. Curación de un leproso – Mateo 8.1-4 - Marcos 1.40-45 – Lucas 5.12-16
7. Curación de un paralítico – Mateo 9.1-8 – Marcos 2.1-12 – Lucas 5.17-26
8. Llamamiento de Mateo Levi – Mateo 9.9-13 - Marcos 2.13-17 – Lucas 5.27-32
9. La pregunta sobre el ayuno – Mateo 9.14-17 - Marcos 2.18-22 – Lucas 5.33-39
10. Las espigas en día de reposo – Mateo 12.1-8 - Marcos 2.23-28 – Lucas 6.1-5
11. Curación de una mano seca – Mateo 12.9-14 - Marcos 3.1-6 – Lucas 6.6-11
12. La fama de Jesús – Mateo 12.15-21 – Marcos 3.7-12 – Lucas 6.17-19
13. Los doce apóstoles – Mateo 10.2-4 - Marcos 3.13-19 – Lucas 6.12-16
14. Casa dividida – Mateo 12. 23-45 (9.32-34) – Marcos 3.20-30 – Lucas 11.15-23
15. Los parientes de Jesús – Mateo 12.46-50 – Marcos 3.31-35 – Lucas 8.19-21
16. Tres parábolas – Mateo 13.1-23 – Marcos 4.1-20 – Lucas 8.4-15
17. La mostaza – Mateo 13.31-32 – Marcos 4.30-32 – Lucas 13.18-19
18. La tempestad – Mateo 8.23-27 – Marcos 4.35-41 – Lucas 8.22-25
19. El endemoniado gadareno – Mateo 8.28-34 – Marcos 5.1-20 – Lucas 8.26-39
20. La hija de Yair – Mateo 9.18-26 – Marcos 5.21-43 – Lucas 8.40-56
21. Misión de los 12 – Mateo 9.35-10.15 – Marcos 6.7-11 – Lucas 9.1-5
22. Partida – Mateo 11.1 – Marcos 6.12-13 – Lucas 9.6
23. Muerte de Juan el Bautista – Mateo 14.1-12 – Marcos 6.14-29 – Lucas 9.7-9
24. Los cinco mil – Mateo 14.13-23 – Marcos 6.30-46 – Lucas 9.10-17
25. Demanda de señal – Mateo 16.1-4 – Marcos 8.11-13 – Lucas 12.54-56
26. En Cesarea de Filipo – Mateo 16.13-17.23 – Marcos 8.27-9.32 – Lucas 9.18-45
27. El mayor en el Reino – Mateo 13.1-5 – Marcos 9.33-37 – Lucas 9.46-48
28. Ocasiones de caer – Mateo 18.6-7, 21-22 – Marcos 9.42 – Lucas 17.1-4
29. La sal sin sabor – Mateo 5.13 - Marcos 9.50 – Lucas 14.34-35
30. Partida de Galilea – Mateo 19.1-2 – Marcos 10.1 – Lucas 9.51-56
31. Jesús y los niños – Mateo 19.13-15 – Marcos 10.13-16 – Lucas 18.15-17
32. El joven rico – Mateo 19.16-30 – Marcos 10.17-31 – Lucas 18.18-30
33. Jesús anuncia su muerte – Mateo 20.17-19 – Marcos 10.32-34 – Lucas 18.31-34
34. Curación de un ciego – Mateo 20.29-34 – Marcos 10. 46-52 – Lucas 18.35-43
35. En Jerusalén – Mateo 21.1-11 – Marcos 11.1-11 – Lucas 19.29-44
36. Purificación del Templo – Mateo 21.12-17 – Marcos 11.15-19 – Lucas 19.45-48
37. La autoridad de Jesús – Mateo 21.23-27 – Marcos 11.20-25 – Lucas 20.1-8
38. Los labradores malos – Mateo 21.33-46 – Marcos 12.1-12 – Lucas 20.9-19
39. Discusión – Mateo 22.15-23.12 – Marcos 12.13-40 – Lucas 20.20-40, 45-47
40. Tiempo del Fin – Mateo 24.1-44 – Marcos 13.1-37 – Lucas 21.5-33
41. La conspiración – Mateo 26.1-5 – Marcos 14.1-2 – Lucas 22.1-2
42. La última cena – Mateo 26.14-35 – Marcos 14.10-31 – Lucas 23.3-38
43. La muerte – Mateo 26.36-61 – Marcos 14.32-15.47 – Lucas 22.39-23.56

Mateo y Lucas

1. El siervo del centurión – Mateo 8.5-13 – Lucas 7.1-10
2. Los mensajeros de Juan el Bautista – Mateo 11.2-30 – Lucas 7.18-35
3. Un exorcismo – Mateo 12.22 (23-37) – Lucas 11.14 (15-23)
4. El espíritu inmundo que vuelve – Mateo 12.43-45 – Lucas 11.24-26
5. El uso de las parábolas – Mateo 4.21-25 – Lucas 8.16-18
6. Parábola de la levadura – Mateo 13.33 – Lucas 13.20-21*
7. Respuestas a tres discípulos – Mateo 8.19-22 – Lucas 9.57-62
8. Jesús se regocija – Mateo 11.25-27 – Lucas 10.21-22
9. Una bienaventuranza – Mateo 13.16-17 – Lucas 10.23-24
10. La generación perversa pide señal – Mateo 12.38-42 – Lucas 11.29-32
11. A quién se debe temer – Mateo 10.26-31 – Lucas 12.4-7
12. El siervo infiel – Mateo 24.45-51 – Lucas 12.41-48
13. Jesús, causa de división – Mateo 10.34-36 – Lucas 12.49-53
14. Lamento sobre Jerusalén – Mateo 23.37-39 – Lucas 13.31-35
15. Parábola de la oveja perdida – Mateo 18.10-14 – Lucas 15.1-7
16. La venida del Reino – Mateo 24.23-28, 36-41 – Lucas 17.20-37
17. la fidelidad – Mateo 24.45-51 – Lucas 21.34-36

Marcos y Lucas

1. Predicación en Galilea – Marcos 1.35-39 – Lucas 4.42-44
2. El otro exorcista – Marcos 9.38-41 – Lucas 9.49-50
3. La ofrenda de la viuda – Marcos 12.41-44 – Lucas 21.1-4

Mateo y Marcos

1. Llamamiento de cuatro apóstoles – Mateo 4.18-22 – Marcos 1.16-20
2. Uso de las parábolas II – Mateo 13.34-35 – Marcos 4.33-34
3. Rechazo en Nazareth II – Mateo 13.54-58 – Marcos 6.1-6
4. Jesús anda sobre el mar – Mateo 14.24-36 – Marcos 6.47-56
5. Lavar las manos – Mateo 15.1-20 – Marcos 7.1-23
6. En la región siro-fenicia – Mateo 15.21-31 – Marcos 7.24-37
7. Alimentación de los cuatro mil – Mateo 15.32-39 – Marcos 8.1-10
8. La levadura de los fariseos – Mateo 16.5-12 – Marcos 8.14-21
9. La ofensa – Mateo 18.8-10 (5.30) – Marcos 9.43-50
10. El divorcio – Mateo 19.1-12 – Marcos 10.1-12
11. Ambición de Jacobo y Juan – Mateo 20.20-28 – Marcos 10.35-45
12. La maldición de la higuera – Mateo 21.18-19 – Marcos 11.12-14
13. La lección de la higuera – Mateo 21.20-22 – Marcos 11.20-25
14. La unción de Jesús – Mateo 26.6-13 – Marcos 14.3-9

Lucas

1. Prefacio de Lucas – 1.1-4
2. Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista – 1.5-25
3. Anuncio del nacimiento de Jesús – 1.26-38
4. Visita de María a Elizabeth – 1.39-56
5. Nacimiento de Juan el Bautista – 1.57-80
6. Nacimiento de Jesús – 2.1-7
7. Los ángeles y los pastores – 2.8-20
8. La circuncisión – 2.21
9. La presentación en el Templo – 2.22-39
10. Infancia en Nazareth – 2.40
11. La visita a Jerusalén – 2.41-50
12. Los años en Nazareth – 2.51-52
13. Genealogía de Jesús – 3.23-34
14. Rechazo en Nazareth – 4.16-30
15. Llamamiento de cuatro apóstoles II – 5.1-11
16. Resurrección del hijo de una viuda – 7.11-17
17. La unción de Jesús I – 7.36-50
18. Las mujeres que acompañan a Jesús – 8.1-3
19. Los setenta – 10.1-20
20. El buen samaritano y la visita a María y Martha – 10.25-42
21. Otra bienaventuranza – 11.27-28
22. La levadura de los fariseos – 12.1-3
23. El que confiese a Jesús ante los hombres – 12.8-12
24. El rico insensato – 12.13-21
25. El siervo vigilante – 12.35-40
26. El arrepentimiento, la higuera estéril y la mujer sanada en shabat – 13.1-17
27. Un hidrópico, las bodas, la gran cena, seguir a Cristo – 14.1-33
28. Diversas parábolas – 15.8-16.31
29. La fe, el siervo, diez leprosos – 17.5-19
30. Dos parábolas – 18.1-14
31. Zaqueo, las diez minas – 19.1-27
32. Jesús en el Monte de los Olivos – 21.37-38

Mateo

1. Genealogía de Jesús – 1.1-17
2. La anunciación a José – 1.18-25
3. La visita de los Magos – 2.1-12
4. La huida a Egipto – 2.13-23
5. Llamamiento de Jesús – 4.23-25
6. Curación de un ciego – 9.27-31
7. Futuras persecuciones, la propia cruz, recompensa – 10.16-42
8. Parábola de la cizaña – 13.24-30
9. Explicación de la parábola de la cizaña – 13.36-43
10. Tres parábolas y su comprensión – 13.44-53
11. El tributo del Templo – 17.24-27
12. Cuatro parábolas – 18.12-35
13. L a viña y los labradores – 20.1-16
14. El hijo pródigo – 21.28-32
15. La fiesta de bodas – 22.1-14
16. Diversos pecados – 23.13-36
17. Tres parábolas – 25.1-46
18. La guardia en el sepulcro – 27.62-66

Marcos

1. El crecimiento de la semilla – 4.26-29
2. El ciego de Betesda – 8.22-26

Es cierto que el material exclusivo de Marcos es el más reducido, pero no por ello deja de ser significativo, especialmente por el relato del ciego de Betesda, evidencia de que quienes trabajaron en el proceso redaccional de este evangelio tuvieron acceso a un relato (seguramente oral) que nadie más conoció, y que decidieron incorporarlo al texto, razón suficiente para admitir que Marcos también gozó de cierta independencia en su proceso de elaboración.
Un aspecto que llama poderosamente la atención es que los materiales exclusivos de Mateo, por un lado, y sobre todo de Lucas, por el otro, son mucho más extensos que el hipotético documento Q, y tienen mucho que ver con los relatos de infancia.
Precisamente, las divergencias totales entre los relatos de Mateo y Lucas sobre la infancia demuestran que, en el meollo de sus procesos, los dos textos fueron desarrollos totalmente independientes el uno del otro.
No está mencionado el material correspondiente al Sermón del Monte, que merece un análisis aparte, ya que se trata de uno de los mejores ejemplos del proceso de integrar material cuyo origen es del todo disperso, adecuándolo de un modo coherente y discursivo.

abril 14, 2009

Séptimo Tema: LA FUENTE Q

En 1838, los biblistas Christian Herrmann Weisse y Christian Gottlob Wilke propusieron una posibilidad alternativa a la perspectiva tradicional que se tenía sobre los Evangelios Sinópticos, según la cual Mateo había sido el primero en escribir un evangelio, que había servido como base para que Lucas lo ampliara, y para que Marcos lo resumiera (por eso la diferencia de tamaño y contenidos).
Weisse y Wilke descartaron que Mateo fuera el texto más antiguo. En vez de ello, propusieron que el documento original era el de Marcos, y que las partes que Mateo y Lucas compartían pero que no estaban en Marcos provenían de una fuente secundaria (fuente, en alemánn “quelle”, y de allí el uso de la inicial Q).
Desde entonces, dicha fuente hipotética ha sido un tema frecuentemente citado en los estudios sobre los Evangelios Sinópticos.
Con todo, ya desde las últimas décadas del siglo XX esta teoría ha sido fuertemente criticada debido a que no ofrece respuestas satisfactorias a muchos aspectos. Sus principales problemas son los siguientes:
1. Marcos no es el documento original que sirvió como base para Mateo y Lucas. Varios rasgos de Marcos nos muestran que tal vez sea el más parecido al original, pero muchas peculiaridades del texto nos obligan a admitir que, en realidad, Marcos es sólo otra versión del Evangelio Original (al igual que Mateo y Lucas). Este detalle, por sí mismo, pone bajo cuestionamiento la base de la teoría de una fuente Q.
2. El material que comparten Lucas y Mateo que no aparece en Marcos (supuestamente obtenido del documento Q) es usado de un modo bastante irregular por ambos textos, de tal modo que ni siquiera es posible sostener de modo definitivo que dicho material provino de una misma fuente. El mejor ejemplo es el Sermón del Monte: las diferencias de organización del poco material coincidente, nos muestran que este no pudo ser obtenido de un texto paralelo al Evangelio Original.
Uno de los intentos de reconstrucción más pretencioso ha sido el del teólogo español César Vidal. Justamente, su reconstrucción nos enfrenta a la imposibilidad e inverosimilitud de la misma.
A partir de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, es relativamente fácil acceder al texto que les dio origen. Sin embargo, a partir de los evangelios de Mateo y Lucas resulta imposible reconstruir otra fuente.
¿Por qué la facilidad en un caso y la imposibilidad en el otro? Porque, pese al diferente modo de trabajar el material original, en Mateo, Marcos y Lucas podemos encontrar rastros bien claros de una similitud estructural (ya lo hemos comentado en notas anteriores). En cambio, el material compartido por Mateo y Lucas no ofrece esa posibilidad. De hecho, siendo un poco quisquillosos, hasta podríamos decir que la complica.
Empecemos por ver el material compartido por Mateo y Lucas. Vamos a verlo siguiendo el orden que tiene en Mateo:
1. El uso de las parábolas – Mateo 4.21-25 – Lucas 8.16-18
2. El ciervo del centurión – Mateo 8.5-13 – Lucas 7.1-10
3. Respuestas a tres discípulos – Mateo 8.19-22 – Lucas 9.57-62
4. A quién se debe temer – Mateo 10.26-31 – Lucas 12.4-7
5. Jesús, causa de división – Mateo 10.34-36 – Lucas 12.49-53
6. Los mensajeros de Juan el Bautista – Mateo 11.2-30 – Lucas 7.18-35
7. Jesús se regocija – Mateo 11.25-27 – Lucas 10.21-22
8. Un exorcismo – Mateo 12.22 (23-37) – Lucas 11.14 (15-23)
9. La generación perversa pide señal – Mateo 12.38-42 – Lucas 11.29-32
10. El espíritu inmundo que vuelve – Mateo 12.43-45 – Lucas 11.24-26
11. Una bienaventuranza – Mateo 13.16-17 – Lucas 10.23-24
12. Parábola de la levadura – Mateo 13.33 – Lucas 13.20-21*
13. Parábola de la oveja perdida – Mateo 18.10-14 – Lucas 15.1-7
14. Lamento sobre Jerusalén – Mateo 23.37-39 – Lucas 13.31-35
15. La venida del Reino – Mateo 24.23-28, 36-41 – Lucas 17.20-37
16. El siervo infiel – Mateo 24.45-51 – Lucas 12.41-48; 21.34-36

Ahora, desde el orden ofrecido por Lucas:
1. El ciervo del centurión – Mateo 8.5-13 – Lucas 7.1-10
2. Los mensajeros de Juan el Bautista – Mateo 11.2-30 – Lucas 7.18-35
3. El uso de las parábolas – Mateo 4.21-25 – Lucas 8.16-18
4. Respuestas a tres discípulos – Mateo 8.19-22 – Lucas 9.57-62
5. Jesús se regocija – Mateo 11.25-27 – Lucas 10.21-22
6. Una bienaventuranza – Mateo 13.16-17 – Lucas 10.23-24
7. Un exorcismo – Mateo 12.22 (23-37) – Lucas 11.14 (15-23)
8. El espíritu inmundo que vuelve – Mateo 12.43-45 – Lucas 11.24-26
9. La generación perversa pide señal – Mateo 12.38-42 – Lucas 11.29-32
10. A quién se debe temer – Mateo 10.26-31 – Lucas 12.4-7
11. El siervo infiel – Mateo 24.45-51 – Lucas 12.41-48; 21.34-36
12. Jesús, causa de división – Mateo 10.34-36 – Lucas 12.49-53
13. Parábola de la levadura – Mateo 13.33 – Lucas 13.20-21
14. Lamento sobre Jerusalén – Mateo 23.37-39 – Lucas 13.31-35
15. Parábola de la oveja perdida – Mateo 18.10-14 – Lucas 15.1-7
16. La venida del Reino – Mateo 24.23-28, 36-41 – Lucas 17.20-37

Es muy evidente que no hay ninguna similitud estructural. Los únicos visos de algo parecido los podemos hallar en secciones muy breves, y además por separado. Por ejemplo (llamémosle Ejemplo A):
1. A quién se debe temer – Mateo 10.26-31 – Lucas 12.4-7
2. Jesús, causa de división – Mateo 10.34-36 – Lucas 12.49-53
Y luego (Ejemplo B):
1. Los mensajeros de Juan el Bautista – Mateo 11.2-30 – Lucas 7.18-35
2. Jesús se regocija – Mateo 11.25-27 – Lucas 10.21-22
3. Un exorcismo – Mateo 12.22 (23-37) – Lucas 11.14 (15-23)
4. La generación perversa pide señal – Mateo 12.38-42 – Lucas 11.29-32
5. El espíritu inmundo que vuelve – Mateo 12.43-45 – Lucas 11.24-26
Hay una alteración en el orden de Lucas, pero puede asumirse como una de sus características correcciones al relato para mejorar el estilo.
Todos los demás pasajes están organizados en ambos textos de un modo totalmente disímil, por lo que resulta muy complicado imaginarnos que hubo, como antecedente, un texto escrito. Es más fácil suponer que hubo una tradición oral, razón por la cual resulta más fácil imaginarnos a cada grupo de redactores organizando el material de un modo más libre y espontáneo.

Vayamos con algunos detalles del Ejemplo A: tanto en Mateo como en Lucas, el texto anterior en común es el mismo (respuestas a tres discípulos – Mateo 8.19-22 – Lucas 9.57-62), así que es factible su inclusión. Pasa algo semejante con los dos pasajes anteriores (el uso de las parábolas y el siervo del centurión), aunque la diferencia de orden para Lucas casi nos obliga a descartar uno de ellos. Por su tema y su distancia en el relato, es más fácil prescindir del pasaje donde Jesús explica el uso que le da a las parábolas.
Con estas consideraciones, podríamos imaginarnos que tanto Mateo como Lucas tuvieron acceso a una fuente secundaria (acaso escrita), en donde se relataban los siguientes hechos de Jesús: la sanidad del siervo de un centurión, tres respuestas que Jesús dio a sus seguidores, una explicación de Jesús sobre a quién se debe temer, y el por qué Jesús es una causa de división.
¿Estaban vinculados con los del Ejemplo B?
Es muy improbable. Los relatos sobre los mensajeros de Juan el Bautista y el regocijo de Jesús están demasiado desubicados en la estructura de Lucas, en relación a la de Mateo. De hecho, es probable que ni siquiera sean parte de lo que pudiéramos llamar Ejemplo B, que quedaría reducido a un exorcismo, la señal pedida por la generación perversa, y el espíritu inmundo que vuelve.
Estos tres pasajes tampoco son fáciles de vincular con el Ejemplo A, ya que para Lucas aparecen antes cuando para Mateo aparecen después. ¿Otra “corrección” de Lucas? Difícilmente. Las temáticas no vinculadas de todos los pasajes en cuestión no nos permiten suponer que poniendo unos antes o después se mejore el estilo literario del texto.
Más bien, parece ser que son relatos inconexos unos de otros, recopilados gracias a fuentes independientes, a los que tuvieron acceso los redactores de los evangelios de Mateo y Lucas, y que fueron ubicados en el trabajo final sin ningún criterio en común.
Esto es lo que sucede cuando queremos encontrar una similitud estructural compartida por Mateo y Lucas respecto al material que pudo haber sido parte del documento Q. Pero la cosa cambia un poco si no somos tan pretenciosos.
Dividamos estos relatos en tres grupos: los anecdóticos, los discursivos y las parábolas. El primero —el anecdótico— quedaría del siguiente modo:
1. El ciervo del centurión – Mateo 8.5-13 – Lucas 7.1-10
2. Un exorcismo – Mateo 12.22 (23-37) – Lucas 11.14 (15-23)
3. Lamento sobre Jerusalén – Mateo 23.37-39 – Lucas 13.31-35
No están muy conectados, pero podemos notar que tienen un orden similar. Veamos el segundo grupo —los relatos discursivos—.
1. Respuestas a tres discípulos – Mateo 8.19-22 – Lucas 9.57-62
2. A quién se debe temer – Mateo 10.26-31 – Lucas 12.4-7
3. Los mensajeros de Juan el Bautista – Mateo 11.2-30 – Lucas 7.18-35
4. Jesús, causa de división – Mateo 10.34-36 – Lucas 12.49-53
5. Jesús se regocija – Mateo 11.25-27 – Lucas 10.21-22
6. El espíritu inmundo que vuelve – Mateo 12.43-45 – Lucas 11.24-26
7. La generación perversa pide señal – Mateo 12.38-42 – Lucas 11.29-32
8. Una bienaventuranza – Mateo 13.16-17 – Lucas 10.23-24
9. La venida del Reino – Mateo 24.23-28, 36-41 – Lucas 17.20-37
Todo lo contrario: aquí estamos ante un evidente problema estructural, y es más fácil suponer que no hubo un solo antecedente para todo este material, lo cual resulta lógico si recordamos que todos estos pasajes se tratan de algo que Jesús dijo. Es bastante verosímil suponer que dichos discursos fueran conservados de forma oral.
El tercer grupo —el de las parábolas— queda integrado por los siguientes pasajes:
1. El uso de las parábolas – Mateo 4.21-25 – Lucas 8.16-18
2. Parábola de la levadura – Mateo 13.33 – Lucas 13.20-21*
3. Parábola de la oveja perdida – Mateo 18.10-14 – Lucas 15.1-7
4. El siervo infiel – Mateo 24.45-51 – Lucas 12.41-48; 21.34-36
Salvo por la última parábola (el siervo infiel), nuevamente encontramos un orden equivalente.
¿Qué nos puede sugerir esto? La posibilidad de que los relatos anecdóticos y estas parábolas hubieran sido parte de relatos más elaborados y extensos sobre Jesús. Incluso, que hubieran incluido material también presente en el Evangelio Original.
En cambio, la colección de dichos de Jesús ofrecida por Mateo y Lucas no nos ofrece ninguna prueba sólida para suponer que, previo a su incorporación a los textos definitivos de los evangelios, estuvieran integradas en una sola “logia”.
En consecuencia, la posibilidad de un documento Q es bastante vaga. Si acaso hubo algo semejante, se trató de un documento muy pequeño en su tamaño, cuyas aportaciones fueron discretas al final de cuentas.
Como dato extra, vale mencionar que de haber existido este documento, pudo haber contenido la versión larga del relato de la tentación de Jesús, misma que aparece en Mateo 4.1-11 y Lucas 4.1-13, y que Marcos omite.
El punto importante es este: la idea de un documento Q tenía sentido en tanto se admitiera que Marcos era el texto original que sirvió como base a Mateo y a Lucas. En esa línea de ideas, resultaba lógico imaginar que todo el material compartido por Mateo y Lucas pero ausente en Marcos podía haber venido de un segundo documento.
Sin embargo, las mismas bases de esta hipótesis están descartadas: Marcos, al igual que Mateo y Lucas, es sólo otra versión del Evangelio Original, y es evidente que los tres textos pasaron por un largo proceso de incorporación de materiales extras provenientes de fuentes independientes, muchas veces por vía oral.
Esto se hace evidente en la poca consistencia estructural que nos muestran los pasajes que sólo aparecen en Mateo y Lucas.
Mi perspectiva personal es que no existió un documento Q, sino una vasta y compleja serie de relatos independientes sobre Jesús (algunos probablemente organizados como colecciones de parábolas o de anécdotas), que pudieron ir logrando cierto arraigo en algunas comunidades cristianas, como para que en el transcurso del siglo II los copistas que trabajaban en la preservación de las copias del Evangelio Original los fueran incorporando, logrando de ese modo que al final hubieran tres versiones diferentes, mismas que hoy conocemos como Mateo, Marcos y Lucas.
Llegados a este punto, sólo basta hacernos una pregunta más, pero cuyas implicaciones pueden ser bastante complejas: ¿realmente se remontaban a Jesús dichas tradiciones conservadas de forma oral?
No es un secreto que con mucha facilidad la imaginería popular puede atribuirle a un personaje lo que dijo o hizo otro. De hecho, es algo que sucede todo el tiempo.
Vamos a dejar este punto por el momento, pero más tarde vamos a regresar a él. Por el momento, baste con insistir en que el hecho de que haya pruebas suficientes como para suponer que mucho del material de los Evangelios Sinópticos provino de fuentes independientes e inconexas, es también probable que ni siquiera se haya originado en el entorno de Jesús de Nazareth, sino que la Iglesia Primitiva (especialmente durante el siglo II) se lo haya atribuido.

abril 13, 2009

Sexto Tema: UN EJEMPLO DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS REVISADO

Vamos a revisar un pasaje que comparten los tres Evangelios Sinópticos, razón que nos sugiere que es parte del contenido del Evangelio Original.
El pasaje en cuestión es el que comprende los relatos alrededor del arresto de Jesús, y abarcan las siguientes porciones:
1. Mateo 26.47-75
2. Marcos 14.43-72 (excepto 51-52)
3. Lucas 22.47-71
En resumen, dichos pasajes abordan el momento en que Jesús fue arrestado, su presentación ante el Concilio (Sanedrín), y la negación de Pedro.
Mateo y Marcos se desenvuelven de modo perfectamente paralelo, y salvo detalles en la redacción, el único ente extraño en el relato es la mención de un joven “que huyó” de la escena del arresto de Jesús (Marcos 14.51-52). La ausencia total de este relato en los otros dos evangelios evidencia que se trata de una interpolación posterior.
El punto significativo es este: el paralelismo perfecto entre Mateo y Marcos nos muestran que ambos respetaron la secuencia del relato original. Veamos, entonces, de que se trata el relato:
Después de haber celebrado el Séder de Pesaj (la Última Cena), Jesús y sus apóstoles se dirigieron a Gethsemaní. Allí empieza el relato, cuando aparece Judas al frente de una tropa de soldados del Templo, con la consigna de identificar a Jesús por medio de un beso. La única diferencia entre ambos relatos es que en Mateo aparece un breve diálogo: Judas saluda diciendo “salve, Maestro” (demasiado romano, por cierto, evidencia de lo tardío que es la redacción), y Jesús contesta “amigo, ¿a qué vienes?” En cambio, en Marcos sólo aparece el saludo de Judas (“Maestro, maestro”). Lo demás sigue igual: uno de los seguidores de Jesús saca una espada y hiere a un siervo del Sumo Sacerdote (nótese que ninguno menciona que fuera Pedro; ese dato lo aporta el Evangelio de Juan).
En este punto aparece otra diferencia, y es evidente que se trata de una interpolación tardía en Mateo. Marcos simplemente menciona que Jesús reprende a la turba que viene a arrestarlo, reclamándoles el por qué lo arrestaron como a un criminal, si todos los días había estado haciendo vida pública en el Templo. En cambio, Mateo agrega una breve reprensión de Jesús hacia quien hizo uso de la espada, después de la cual continúa con la reprensión contra la turba, exactamente en la misma línea que Marcos. Esta sección termina con la frase que nos narra la huida de los discípulos, idéntica en Mateo y Marcos.
La siguiente parte es la presentación de Jesús ante el Sanedrín. Tal y como está planteado el relato, se nos da a entender que esto sucedió esa misma noche.
Jesús es llevado ante Caifás, y Pedro sigue al cortejo. La única diferencia es la mención de Marcos de que Pedro se sentó con los alguaciles; Mateo sólo dice que llegó hasta el patio de la casa de Caifás.
Sigue una breve referencia al proceso judicial, y los dos evangelios coinciden en sus detalles: la búsqueda de un argumento para acusar a Jesús, la referencia a su anuncio de destruir el Templo y reconstruirlo en tres días, y el dato de que los testimonios eran contradictorios.
Luego, el cuestionamiento por parte del Sumo Sacerdote (evidentemente, Caifás), mismo al que Jesús responde con un estoico silencio, hasta que Caifás hace una pregunta bien específica: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo de D-os?” En ambos textos, todo es prácticamente igual, salvo porque Mateo le pone un poco más de retórica a la pregunta de Caifás: “Te conjuro por el D-os viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de D-os”.
La respuesta de Jesús es la misma en ambos textos, aunque con leves diferencias retóricas nuevamente. En Mateo, Jesús dice “Tú lo has dicho, y además os digo que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de D-os, y viniendo en las nubes del cielo”, mientras que Marcos es más escueto: “Yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de D-os, y viniendo en las nubes del cielo”.
La conclusión de esta escena es la misma en los dos textos, nuevamente: Caifás apela a que no hay más necesidad de testigos, y el Sanedrín concluye que es un reo de muerte, tras lo cual Jesús es agredido físicamente.
Del mismo modo, el relato de la negación de Pedro —que viene a continuación— nos presenta un paralelismo completo en ambos evangelios: Pedro, en el patio de Caifás, es cuestionado por sus vínculos con Jesús. Las dos primeras en comentar ese vínculo son criadas, y la única diferencia es que para Mateo son dos diferentes criadas las que lo cuestionan, y para Marcos es la misma en dos ocasiones. Finalmente, se dice que “los que estaban allí” lo empezaron a increpar sobre el mismo asunto, y Pedro volvió a negar hasta el canto del gallo.
Este es el punto donde más se diferencian los textos: según Mateo, el gallo sólo cantó una vez. Según Marcos, dos. Esta singular divergencia es una evidencia de que cada texto evolucionó por separado, pero el hecho de que se conserven los rasgos del relato de modo idéntico, y más aún, en el mismo orden, evidencian que provienen de un documento en común.

Lucas nos ofrece un panorama sutilmente distinto. Con ello nos referimos a que es evidente que se basó en el mismo documento, ya que podemos ver exactamente los mismos elementos. Sin embargo, no están organizados del mismo modo. Con todo, las diferencias son, insisto, sutiles, lo que hace evidente que no estamos ante la posibilidad de que Lucas se hubiera basado en una fuente diferente. Más bien, se trata de un proceso de reorganización del material. ¿El objetivo? El más frecuente en el Evangelio de Lucas: darle una mayor consistencia al relato.
El relato también arranca en el huerto de Gethsemaní, donde Jesús es arrestado. Nuevamente, aparece Judas al frente de la turba, y en este caso no hay una salutación de su parte hacia Jesús (como en Marcos), y menos aún un diálogo (como en Mateo). El único que habla es Jesús, para decirle “¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”.
Entonces aparece otro elemento nuevo: antes de que uno de los apóstoles ataque al siervo del Sumo Sacerdote (tampoco se dice que haya sido Pedro), los mismos seguidores de Jesús le preguntan si deben atacar.
Estas diferencias no son relevantes. Los elementos son, por sí mismos, idénticos, y los detalles propios del texto de Lucas son para incrementar el aspecto dramático del relato. En esa misma línea debe ser visto el siguiente detalle, otra originalidad de Lucas: Jesús sana al siervo del Sumo Sacerdote (ninguno de los otros evangelios menciona este detalle).
Sigue el reclamo de Jesús respecto a que, habiendo llevado una vida pública, se le esté arrestando como si se tratara de un criminal. Nuevamente, Lucas agrega en este punto un elemento que le da mayor dramatismo al relato: menciona que allí estaban presentes los principales sacerdotes y ancianos del pueblo judío (Marcos y Mateo mencionan “mucha gente”, y aclara que iban de parte de los principales sacerdotes y escribas).
Es en este punto donde Lucas reorganiza el orden del relato. Para Mateo y Marcos, Jesús fue llevado inmediatamente ante el Sanedrín; Lucas, en cambio, pospone esa escena, y se enfoca en la negación de Pedro. Al igual que en Mateo y Marcos, la primera en señalar a Pedro es una criada; Lucas sólo menciona que “otro” fue quien hizo el segundo señalamiento, y una tercera persona hace el último (a diferencia de Mateo y Marcos, donde son todos quienes empiezan a acusar al apóstol).
Revisemos el orden: el arresto de Jesús se da durante la noche (igual que en Mateo y Marcos), y es esa misma noche cuando Pedro niega a Jesús (igual que en Mateo y Marcos). La diferencia importante es que Lucas no ubica en ese momento la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín, aunque sí la agresión física a la que fue expuesto (para los otros dos evangelistas, los golpes los empezó a recibir Jesús después de comparecer ante el tribunal).
El punto final de esta secuencia es el juicio de Jesús, que según Lucas se realizó cuando ya era de día. Es muy interesante notar que Lucas condensa mucho el relato en este punto: sólo se menciona una pregunta, hecha por “los principales sacerdotes y los escribas” (Caifás no es mencionado), y la respuesta de Jesús (similar a la que da en los otros evangelios) motiva un dictamen rápido y contundente: ha blasfemado.
Es muy notable el hecho de que no se menciona nada sobre falsos testigos contradiciéndose, y menos aún que el Sanedrín decidiera que Jesús merecía morir por su blasfemia.
¿Estuvieron estos elementos en el texto original?
Buena pregunta, que nos obliga a enfrentar los recovecos de las técnicas historiográficas.
La perspectiva más simple nos diría que si un elemento no está presente en alguna de las tres versiones, es casi un hecho que no estuvo en el texto original. Sin embargo, no podemos sacar conclusiones tan rápido: los detalles mencionados están claramente presentes en Mateo y Marcos, y es evidente que no fueron copiados de uno al otro. En ese caso, se hubiera copiado todo, y tanto Mateo como Marcos tienen aspectos exclusivos que nos obligan a descartar una dependencia de uno hacia el otro. La posibilidad de que esa dependencia se haya dado en una etapa intermedia en la evolución de los textos también es improbable, porque implicaría asumir que cada texto tuvo su propio proceso de evolución, luego hubo un momento en el que estos procesos se juntaron, y luego otro en el que se volvieron a separar, lo cual resulta casi inverosímil.
En consecuencia, es más fácil suponer que la mención a varios testigos falsos y sus contradicciones, lo mismo que la sentencia de muerte contra Jesús, sí fueron parte del documento original, pero que Lucas prefirió eliminarlas en su reelaboración del relato.
¿Por qué? Por una búsqueda de consistencia. Cualquier lector perspicaz se puede dar cuenta que los alegatos de los testigos falsos en Mateo y Marcos no son, desde ninguna perspectiva, contradictorios. Sucede algo parecido con la sentencia de muerte: estrictamente hablando, no se menciona ningún elemento acusatorio que mereciese la pena capital. Entonces, es muy probable que Lucas haya eliminado los detalles que podían afectar la consistencia del relato, resolviendo el asunto por medio de una redacción compacta y precisa.
Esa precisión es muy característica del tercer evangelio, y no es un secreto que, literariamente hablando, Lucas está mucho mejor logrado que Mateo y Marcos.
Más adelante vamos a redundar en este punto, y por ello es importante tener claras una serie de ideas sobre los Evangelios Sinópticos:
• Hubo un Evangelio Original. Los tres evangelios conocidos como Mateo, Marcos y Lucas son tres versiones diferentes de este documento, resultado de tres diferentes procesos evolutivos en los que cada versión incorporó material proveniente de otras fuentes.
• Muy probablemente, el texto que conocemos como Mateo es lo que podríamos llamar una versión palestiniense.
• Por su parte, el de Marcos sería la versión romana.
• Lucas, a su vez, sería la versión griega.
• De los tres textos, el que más muestras da de haber estado vinculado con un personaje histórico definido es el de Lucas. Muy probablemente, su versión inicial fue elaborada por este personaje bien identificado como uno de los asistentes directos del Apóstol Pablo.
• Lucas, greco-parlante de nacimiento, elaboró una versión depurada del texto original, seguramente en hebreo, o en su defecto en arameo. Debido a ello, el texto que seguimos conociendo como Lucas es el que presenta la mayor cantidad de “correcciones” estilísticas, así como elementos dramáticos para darle mayor consistencia al relato.
• En consecuencia, es también el que nos ofrece la perspectiva teológica más alejada del texto original.
En la siguiente nota vamos a revisar el asunto de las fuentes secundarias que aportaron el material que no estuvo incluido en el texto del Evangelio Original, y que permitieron que los textos que hoy conocemos como Mateo, Marcos y Lucas lograran su forma definitiva.

abril 11, 2009

Quinto Tema: CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS

Es momento de hacer un resumen de cómo pudo ser el proceso de conformación de los evangelios que conocemos como Sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas.
Hay suficientes bases para asegurar que alguien cercano a Jesús de Nazareth elaboró un documento en el que registró algunos aspectos de su vida, así como de sus enseñanzas. A ese documento le hemos llamado el Evangelio Original.
El gran valor historiográfico de Mateo, Marcos y Lucas es que, a todas luces, están basados en este documento, y por medio de la comparación del contenido de los tres textos, podemos extractar lo que pudo haber sido el contenido original del texto escrito por un seguidor de Jesús. En la nota anterior, hemos incluido los pasajes del evangelio de Marcos que pudieran haber sido los provenientes de esta fuente principal, recalcando que la redacción que conocemos en Marcos no es, en definitiva, la original.
Este documento original fue traducido al griego desde la segunda mitad del siglo I DC, y es seguro que con mucha rapidez empezó a ser copiado y difundido por diferentes comunidades cristianas de la zona oriental del Mar Mediterráneo.
Hacia mediados del siglo II DC, dos fenómenos importantes habían sucedido con este documento: por una parte, la redacción había empezado a sufrir alteraciones inevitables. En primer lugar, porque tuvo que traducirse del hebreo (o en su defecto arameo) al griego koiné, y muchos conceptos no eran exactamente equivalentes en los dos entornos culturales (el más emblemático es el de Ungido; el Mesías judío está muy lejos del Kristos griego). Por otra parte, al texto original se le fueron incorporando elementos complementarios, conservados en su mayoría por tradiciones orales que se remontaban a la época de Jesús de Nazareth (aunque no necesariamente a él mismo), y en algunos casos más limitados a otras compilaciones escritas.
Es obvio que ninguna comunidad cristiana pudo tener acceso a todas las fuentes que hablaban o recopilaban material escrito sobre Jesús.
Muy probablemente por razones de índole geográfico, se terminaron por definir tres bloques de trabajo en torno a este texto que hemos llamado el Evangelio Original, y el resultado fue la consolidación de tres versiones diferentes del mismo, mismas que hoy conocemos como Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
En este punto, los datos ofrecidos por la tradición pueden darnos algunas pistas: según la creencia tradicional, Marcos escribió su evangelio en Roma; Mateo, en cambio, lo escribió para un grupo de lectores judíos, y eso lo vincula con Judea; por su parte, Lucas es la versión más netamente griega, tanto en conceptos como en estilo literario.
Más allá de los naturales aspectos míticos de esta tradición, es muy probable que el documento que hoy llamamos Marcos haya sido la condensación (en términos técnicos se llama “recensión”) lograda en Roma; Mateo pudo ser la recensión lograda en Judea, y Lucas la recensión lograda en la zona de Grecia o Asia Menor (y, evidentemente, la más vinculada a la tradición paulina).
¿Existieron Mateo, Marcos y Lucas? El Nuevo Testamento los menciona en mayor o menor grado, así que puede darse por hecho que los personajes sí existieron, aunque queda descartado que hayan sido quienes se hayan sentado, por separado, a escribir sus propias versiones sobre Jesús.
Sin embargo, es probable que algo hayan hecho como para que la tradición los señalara como los autores de las tres versiones finales del Evangelio Original.
Desde esta óptica, no es descartable recuperar el dato tradicional según el cual Mateo fue el primero en poner por escrito algo sobre Jesús. Tal vez Mateo haya sido el autor del Evangelio Original.
De Marcos, en tanto personaje histórico, no podemos decir gran cosa. La tradición lo ubica junto con Pedro en Roma, y considera que el Evangelio de Marcos es, en realidad, el evangelio de Pedro, puesto por escrito por Marcos. Naturalmente, la historiografía descarta por completo esta posibilidad, ya que Marcos es sólo la versión factiblemente romana de un documento que, originalmente, se escribió en Judea.
Con Lucas hay un poco más de datos. En Hechos de los Apóstoles es mencionado como uno de los colaboradores de Pablo, y en Romanos es mencionado por su nombre en latín, Lucio.
Es interesante la introducción del propio evangelio de Lucas, según la cual, el autor hizo un esfuerzo por poner en orden todos los relatos sobre Jesús.
Es imposible corroborar o descartar, en tanto dato histórico, esta versión. Lo que no se puede negar es que Lucas, en tanto texto literario, evidencia un marcado esfuerzo por “corregir” ciertos aspectos de Mateo y Marcos, principalmente técnicos.
Dichos “defectos” eran obvios si pensamos en que no es lo mismo escribir en hebreo que en griego. Muy probablemente, las primeras traducciones fueron ligeramente defectuosas en el uso del griego, principalmente por ser en griego koiné o popular, y además por darse en un medio igualmente popular, no erudito.
Por ello, no resulta extraño que alguien nacido en Grecia, greco-parlante por nacimiento, y de alta formación académica, en un momento se decidiera a darle un necesario y justificado retoque a estos documentos.
¿Pudo ser el Lucas histórico?
Lo cierto es que es muy probable, porque el “retoque” es bastante arcaico. El hecho de que no se haya podido comprobar una dependencia de Lucas en relación a las versiones de Mateo o Marcos, nos sugiere fuertemente que quien hizo las correcciones tuvo acceso al Evangelio Original, lo que lo ubica en los años finales del siglo I. en consecuencia, no hay razones para descartar que un médico griego convertido en seguidor del Apóstol Pablo haya hecho este trabajo.
En consecuencia, el evangelio de Lucas es el que más podemos vincular con una persona. Mateo, tal y como lo conocemos, no es el Mateo original (si acaso el personaje Mateo fue quien lo escribió); Marcos, por su parte, es el que más evidencia un proceso colectivo de elaboración, y su autoría corresponde más bien a la comunidad cristiana de Roma.
Hacia la segunda mitad del siglo II DC, los tres textos plenamente diferenciados ya eran conocidos en amplios sectores de la Iglesia Cristiana, e Ireneo de Lyón los menciona en sus escritos.
Muy seguramente, para este momento ya estaba bien definido el contenido de cada texto. La redacción final, de cualquier modo, es algo que sólo se logró hasta su “canonización” en los concilios de Roma, Hipona y Cartago, durante la segunda mitad del siglo IV.
En la próxima nota vamos a analizar un ejemplo de cómo el evangelio de Lucas “corrige” a los evangelios de Mateo y Marcos, dándole más fluidez al relato.